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¿Es propaganda la mañanera?

Si las mañaneras son o no propaganda, es entonces también una pregunta crítica para la conservación y consolidación de nuestra democracia

OPINIÓN

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Para unos, las conferencias matutinas del Presidente de la República son un ejercicio democrático, de identificación de prioridades, y de transparencia ante el público. Para otros, son más bien un lamentable ejercicio de simulación; de utilización del púlpito presidencial para consolidar su respaldo político desinformando, sembrando encono y linchando adversarios. Por fortuna, tenemos autoridades electorales, el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), con la atribución específica de decidir si lo que se hace ahí es propaganda o no. Y ya se han pronunciado. ¿Quiere un spoiler? Las mañaneras son propaganda gubernamental. Pero la cosa no es tan sencilla, veamos.

La pregunta es esencial para la refriega política porque esas mañaneras, y la difusión permanente que se les da en muchos medios de comunicación, se han convertido en una de las explicaciones más comunes para entender la resiliencia de la aprobación presidencial. Según Oraculus, con varias encuestas posteriores a su informe, AMLO es aprobado por 58% de la población y desaprobado por 38%. Quizá aún es alto el respaldo, dado el desastre económico y la crisis sanitaria, pero en perspectiva comparada, también es cierto que muchos otros líderes cuyos países también han sufrido la pandemia han visto crecer su popularidad. Según los datos de Morning Consult, citados por Ezra Klein en Vox.com, el presidente francés Emmanuel Macron ha subido 5 puntos desde enero, el canadiense Justin Trudeau ha subido 9 puntos, la alemana Angela Merkel ha subido 16 puntos y el australiano Scott Morrison ha subido 25 puntos. Es decir, el contrafactual es que si AMLO hubiese gestionado mejor la pandemia, podría haber incluso superado 70% de popularidad (un nivel que no alcanza desde octubre de 2019) o más.

La otra explicación recurrente de la resiliencia del respaldo al Presidente es la patente debilidad de la oposición. Pero es incontestable que una transmisión permanente de la narrativa del poder desde una posición privilegiada en la cobertura mediática debiera ser un activo de quien tiene esta posibilidad, y un peligro para la equidad en la contienda electoral. Si las mañaneras son o no propaganda, es entonces también una pregunta crítica para la conservación y consolidación de nuestra democracia.

Precisamente por ello es que la Constitución, las leyes electorales, y las autoridades que las aplican se han abocado con tanto detalle a regular el acceso de las distintas fuerzas políticas a los medios de comunicación. Porque de otra forma, la propia equidad en la contienda corre riesgo. Imaginemos que los partidos tuviesen conferencias de prensa simultáneas a las del Presidente, ¿sería normal que las transmitieran los mismos canales y estaciones que ahora transmiten las mañaneras?, ¿o que transmitieran íntegramente las de un solo partido? Imagine esto ahora durante las campañas, cuando la ley se encarga de que el tiempo que cada partido tiene para transmitir sus mensajes esté perfectamente regulado y distribuido proporcionalmente. Imposible; al menos bajo nuestra actual hiperregulación electoral.

Y por eso llamó la atención la sentencia del Tribunal Electoral del pasado 2 de septiembre revocando un acuerdo del Consejo General del INE en el que se prohibía a los concesionarios de radio y televisión difundir, de manera ininterrumpida, las conferencias de prensa matutinas en Hidalgo y Coahuila, entidades en las que habrá elecciones el 18 de octubre, y donde las campañas ya iniciaron. Preocupó incluso. ¿Querrá esto decir que en la campaña del próximo año el protagonista privilegiado será el Presidente desde su mañanera?

El argumento del acuerdo del INE era claro: los párrafos séptimo y octavo del artículo 134 constitucional obligan al gobierno al uso imparcial de los recursos públicos y a no influir en la contienda entre partidos, además de que en ningún caso la propaganda gubernamental permitirá la promoción personalizada de los servidores públicos. Con base en ello, el propio Tribunal (su sala regional especializada, en noviembre de 2019) ya ha sancionado a concesionarios por transmitir ininterrumpidamente las mañaneras del Presidente durante procesos electorales. A partir de estos criterios, ha quedado claro que las mañaneras constituyen propaganda gubernamental, en particular cuando se trata del Presidente o integrantes de su equipo exponiendo temas, y transmitirlas está prohibido durante las campañas. Esta prohibición no aplica cuando solamente se hacen enlaces en vivo de la conferencia durante programas noticiosos o cuando solo se trata de sesiones de preguntas y respuestas.

Por ello preocupó la resolución del Tribunal. Hubo incluso quien concluyó que ello implica que durante las campañas electorales del 2021 los medios podrán transmitir ininterrumpidamente las mañaneras. Pero no es así; no aún, al menos. El Tribunal echó abajo el acuerdo del INE por un tema procesal, no porque haya concluido que las mañaneras no son propaganda. Así lo aclararon los propios magistrados de la Sala Superior del TEPJF y el Consejero Presidente del INE cuando actualizaron el acuerdo que les fue revocado. Simplemente, el INE incluyó esta prohibición a los concesionarios en un Acuerdo que respondía a preguntas de autoridades gubernamentales sobre otras posibles transmisiones, no sobre las conferencias de prensa. Así que por ahora, en términos jurídicos, las mañaneras siguen siendo propaganda. Eventualmente, tanto el INE como el TEPJF tendrán que pronunciarse sobre el fondo del asunto en el contexto del proceso electoral del 2021. Y habrá oportunidad para saber si se corroboran los criterios previos de ambas autoridades, o se abre la caja de pandora de la inequidad en la comunicación política. Al tiempo.

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POR ALEJANDRO POIRÉ

DECANO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@ALEJANDROPOIRE

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