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El arte de la manipulación

OPINIÓN

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Los populistas están en su pleno apogeo. Parecen inmunes a la impopularidad, a pesar de los múltiples errores que cometen. Son elegidos por la vía electoral, pero en el poder se convierten en líderes omnipotentes, debilitando las normas, principios e instituciones democráticas bajo el pretexto que están instituyendo un cambio al sistema político corrupto que heredaron. Sin embargo, por detrás de bambalinas concentran el poder en si mismos, como representantes máximos del gobierno que encabezan.

En la Convención Nacional Republicana, Donald Trump dejó claro que está dispuesto a violar leyes y tradiciones históricas para aumentar su aprobación ante las elecciones presidenciales. Se reinventó como líder y creó una narrativa con la que gobernó los últimos tres años y medio. Se vendió como un Presidentea favor de la migración, la justicia racial, los derechos de la mujer y la inclusión, cuando es todo lo opuesto. Cuenta con el respaldo incondicional de su partido porque lo tiene completamente secuestrado.

El magnate neoyorquino conquista a sus simpatizantes con mentiras, inculcando miedo y teorías de conspiración, confiado en que su base jamás cuestionará la veracidad de sus planteamientos. Muestra de ello fue el discurso que dio desde la Casa Blanca ante una multitud de admiradores, sin cubrebocas y sin respetar la sana distancia. El mensaje de fondo es que todo marcha bien, a pesar de que Estados Unidos se posiciona como el país con más contagios registrados y muertes por COVID-19.

Lo mismo vivimos con nuestro Presidente en México. Asegura que ya pasó lo peor de la pandemia y que la crisis económica ya tocó fondo, aun cuando se registran más de medio millón de casos confirmados, casi 65 mil defunciones, y el secretario de Hacienda anunció que se espera una caída económica histórica, ya que la 4T agotó los ahorros de 2020.

Semejante a su homólogo estadounidense, AMLO sabe que controla el mensaje que difunden los medios de comunicación y que su base electoral confía en su palabra y en sus mentiras. Como lo hace la mayoría republicana en el Senado estadounidense, Morena funciona como el brazo operador de las exigencias que le llueven desde el Ejecutivo. Que no nos sorprenda que la celebración por la Independencia de México se convierta en otra obra teatral para desviar la atención de la crisis que atraviesa el país.

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La ironía es que en una democracia se supone que los intereses y opiniones del pueblo deben de guiar el actuar de sus gobernantes, no al revés. No obstante, los demagogos saben cómo manipular y persuadir, utilizando el miedo, el rencor, la división y el resentimiento para moldear el pensamiento de sus seguidores y establecer un contraste entre los buenos y los opositores para facilitar la implementación de sus proyectos de Estado. La irresponsabilidad se agrava cuando gobiernan con mentiras, en particular durante una época en la cual la desinformación atenta contra la salud y la vida de los ciudadanos.

POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@LILAABED
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