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Aniversario supersónico   

México adquirió 10 Northrop F-5E Tigre II monoplaza y dos F-5F biplaza mediante un contrato por 110 mdd en 1981.

OPINIÓN

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En agosto se cumplieron 38 años de la llegada a México de los primeros –y hasta ahora únicos– aviones supersónicos de combate. Desde entonces, la defensa aérea "estratégica" de los cielos mexicanos recae en el Escuadrón Aéreo 401, basado en Santa Lucía.

México adquirió 10 Northrop F-5E Tigre II monoplaza y dos F-5F biplaza mediante un contrato por 110 millones de dólares en 1981. 

Durante estas casi cuatro décadas, la unidad ha sufrido dos accidentes letales de F-5, y en la actualidad sólo mantiene cuatro de estos cazas en condiciones operativas: tres monoplazas F-5E y un biplaza F-5, gracias a que las células de las unidades tienen bajas horas de vuelo y a que sus motores recibieron mantenimiento.  

El F-5E/F es un avión de tercera generación, o sea lo de una "camada" de aviones diseñados en plena Guerra Fría (1960 y 1970) capaces de derribar a otros aviones más allá del rango visual de sus pilotos gracias a los avances tecnológicos del momento, como un radar integrado y misiles aire a aire. Para contexto, los países de la OTAN ahora adoptan aviones de quinta generación –invisibles al radar y velocidad crucero supersónica–.

Pese a ser considerado un caza ligero demasiado "sencillo" para que EU lo adoptara para sus propios escuadrones de primera línea, el F-5 ha sido y es muy apreciado por sus operadores alrededor del mundo: tanto Chile como Brasil los mantienen en servicio –gracias a programas de modernización–, pese a haber adquirido aeronaves de combate de cuarta generación; en Suiza y Corea del Sur ha costado mucho trabajo reemplazarlos.   

Eventualmente México, como estos países, deberá darlos de baja y seleccionar una nueva plataforma para defender su espacio aéreo los siguientes 40 o 50 años. Según los planes de modernización de la Fuerza Aérea Mexicana, entre 2024 y 2030 el F-5 deberá ser sustituido por 24 cazas modernos, muy probablemente aviones de cuarta generación con la tecnología necesaria para hacer el reemplazo adecuado. Las opciones reales se reducirán a cazas ligeros producidos por Estados Unidos, Suecia, Corea del Sur o Italia. 

¿Pero a quién se le ocurre plantear esto en medio de la "peor crisis económica" a la que se enfrenta el México moderno?  Curiosamente, opiniones editoriales e incluso caricaturas de la época en que se consideraban los F-5 (1978-1980), recopiladas por el investigador Santiago A. Flores, muestran aprehensión y crítica a que el país invirtiera "millones de dólares" en aviones que "no necesitaba", sobre todo cuando enfrentaba "la peor crisis económica". 

Sucede que los nuevos esquemas de inversión para este tipo de compras militares permiten a países como México atraer grandes volúmenes de inversión extranjera directa hacia los sectores industriales y tecnológicos (civiles), mediante mecanismos de compensaciones industriales (offsets). Para la inversión de entre 1.2 y 2.4 mil millones de dólares que costaría el reemplazo, México podría recibir varias veces más esa cifra en reinversión. Claro, siempre y cuando la negociación se lleve a cabo con pericia, talento y honestidad.

*CONSULTOR DE LA COMPAÑÍA JANE'SEN WASHINGTON, DC
lctl