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La Hidra del crimen organizado

OPINIÓN

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Hace una semana, autoridades federales informaron de la detención de José Antonio Yépez Ortiz, El Marro, líder fundador del cártel de Santa Rosa de Lima, que tiene presencia en la zona conocida como el “Triángulo de las Bermudas” que recorre de punta a punta el estado de Guanajuato y algunos de los principales ductos de hidrocarburos de la paraestatal Pemex en la región.

Cabe destacar que en las operaciones que llevaron a la detención de El Marro participaron fuerzas de la Sedena, Guardia Nacional, Marina, Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Secretaría de Seguridad Pública estatal y personal de la Fiscalía estatal, lo que conllevó una coordinación y colaboración en todos los niveles de gobierno, a pesar de las diferencias entre el gobernador Diego Sinhue y el gobierno federal.

Y es que la relación entre entidad y Federación se había visto debilitada, debido a referentes como la detención de las familiares de Yépez Ortiz en junio pasado, acusadas de ser las operadoras financieras del cártel; sin embargo, la Fiscalía General de la República no atrajo el caso al considerar que hubo irregularidades en el proceso de detención, propiciando la subsecuente liberación de las sospechosas. Días después, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció en una gira por el estado, una estrategia conjunta para combatir la violencia y eliminar las diferencias entre los dos órganos de gobierno.

Si bien se trata de golpe importante al crimen organizado, es necesario matizar las repercusiones políticas y de seguridad que esto puede acarrear. En principio, el arresto representa una bocanada de oxígeno para el Presidente en temas de seguridad, puesto que desde el inicio de su mandato han ocurrido alrededor de 60 mil homicidios en el país, siendo tristemente Guanajuato la entidad con más víctimas de homicidio doloso y feminicidios a nivel nacional.

Para entender las repercusiones de este arresto, es preciso contextualizar las particularidades que tiene este cártel de Santa Rosa de Lima. La organización inició sus actividades ilícitas con el robo de hidrocarburos, mejor conocido como huachicoleo en la región del bajío, no obstante, gracias a los esfuerzos para evitar este delito al inicio del sexenio, se diversificó hacia el narcotráfico y secuestro.

Este cártel puede ser considerado distinto ya que su alcance aún es regional y dentro de su estructura en los últimos 10 años, se pueden encontrar desde familias completas dedicadas al robo de combustible, hasta una red de complicidades que involucran a funcionarios de Pemex, oficiales de gobierno estatales y federales, de las cuales no se investiga aún de fondo. 

En ese sentido, la detención de su líder representa un hito para las autoridades estatales y federales, pero si algo nos ha enseñado la lucha contra el narcotráfico en México, es que a esta Hidra del crimen organizado, el perder una cabeza no es más que una oportunidad de reemplazarla con una o más, generalmente mediante procesos intestinos violentos o como en este caso, la posibilidad de que otros competidores, como el Cártel Jalisco Nueva Generación, se apropien del estado.

Al final de día, se siguen postergando las discusiones sobre las verdaderas estrategias de seguridad que debemos implementar, como la regulación de drogas en el país, la creación de oportunidades educativas y laborales reales en la región que permitan apaciguar la que hasta hace no mucho era una de las zonas más prósperas del país.  [nota_relacionada id=1173784]

POR AZUL ETCHEVERRY

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@AZULETCHEVERRY

amf / eadp