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Una realidad grotesca

Es ofensivo lo que ocurre porque tenemos a gobernantes en el hemisferio pretendiendo vender como éxito las crisis de Salud

OPINIÓN

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Los calendarios son registros de propósitos e historias. En ellos ponemos buena parte de nuestros anhelos y consignamos después satisfacciones o sinsabores perdurables. Se ha anunciado un nuevo calendario escolar que, además de mantener los fines de semana largos —cuya eliminación se vio amenazada en algún momento por otra pirueta de distracción mañanera— anuncia un cúmulo de fracasos en materia de educación básica. No abundo en ellos. Siga para eso al Dr. Marco Fernández, profesor de la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey, quien ha publicado extensamente al respecto. El absurdo de un calendario que se presenta como si se fuera a ir a las aulas empalmado con una realidad que se pretende vivir por televisión es elocuente: vivimos en un momento público que se acerca a lo grotesco.

Es ofensivo lo que ocurre porque tenemos a gobernantes, a los nuestros y a los de los países más poblados del hemisferio, pretendiendo vender como éxito las crisis de salud y económica más profundas de nuestra historia. Y porque estas tres tambaleantes democracias, México, Estados Unidos y Brasil, conforman una especie de tríada de la muerte o de tres alegres compadres que personifican de forma idónea al meme en que se ha convertido nuestra reacción de política pública a la pandemia. Cierto es que todos los gobiernos del mundo se equivocan, aunque algunos con menor impacto y frecuencia. Pero además de que tuvimos mucho tiempo para prepararnos, nuestra respuesta ha sido tenazmente mala y engañosa. Lo mismo ocurre en los Estados Unidos y Brasil. Presidentes mintiendo sin pudor sobre la magnitud de lo que ocurre, de lo que se espera, y las alternativas para salir de la crisis.

Es agraviante además que nuestro gobierno destruya el patrimonio de los mexicanos apostándole todo a Pemex, y que incluso la Secretaría de Hacienda empiece a construir contabilidades ficticias al clasificar como inversión física los créditos a la palabra.

Es ridículo que ante ello, los partidos opositores hayan sido absolutamente incompetentes para articular una respuesta. Es grosero que de lo más visible de la oposición sea la integrada por la ultraderecha antipolítica cuyo acrónimo no merece siquiera repetirse.

Esto no es igual a lo que ocurre en los Estados Unidos. Es cierto que a la oposición mexicana le dificulta su labor una diezmada posición en el Congreso. Pero compare usted la amplitud y persistencia de las voces de los demócratas norteamericanos desde el arranque de la administración de Trump con los silencios, licencias y alianzas de los priistas, panistas, perredistas mexicanos. La voz y estrategia de algunos de los gobernadores del PAN y de Movimiento Ciudadano ha sido algo más asertiva, pero su debilidad relativa en materia fiscal y de seguridad los hace muy vulnerables. Y tampoco es como que se entienda bien qué quieren y cómo ello los distingue de lo que hace el gobierno federal, más allá de exigir la cabeza del vocero.

Y así llegaremos a las elecciones del 2021. Hundiéndonos en un mar de mediocridades y tragedias. Los partidos tradicionales, al menos con sus liderazgos actuales, no tienen nada que ofrecer. De los nuevos se espera también poco. Y de los ciudadanos iluminados pero asqueados de la política hay, sobre todo, que desconfiar. La reconstrucción de lo público será primordialmente tarea de una nueva generación, no encumbrada por la política de la última década. La sacudida de la pandemia es quizá el momento de mayor oportunidad para su trayectoria. Su calendario no habrá de mostrarse por semanas, ni siquiera por meses, sino en los años por venir. El encierro, el desconcierto, la incertidumbre generada por la crisis y sus secuelas es para este grupo el resquicio más preciado para construir un momento luminoso y esperanzador.

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POR ALEJANDRO POIRÉ

DECANO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@ALEJANDROPOIRE

irv / eadp

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