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Reabrir escuelas

2.5 millones de niñas y niños en México ya desertaron de clases y quizá nunca regresen a ellas

OPINIÓN

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Del sanitario al económico, la tragedia que deja el COVID tiene varios rostros. Pero uno no ha sido dimensionado y trascenderá la pandemia: el educativo.

Más de mil 500 millones de alumnos en el mundo se quedaron sin clases presenciales, con lo que eso implica en términos educativos y sociales (ONU). En México, pese a esfuerzos por encontrar nuevos modelos de enseñanza, 2.5 millones de estudiantes abandonaron ya las clases (SEP) y quizá nunca regresen a ellas.

Es momento de repensar si mantener los planteles educativos cerrados es la mejor alternativa. Hay cientos de municipios sin internet; comunidades donde no siempre hay señal de televisión; no todos los mexicanos tienen como idioma el español ni entienden lo que maestros explican; no todas las familias tienen televisión o no en todos los hogares con más de un hijo hay más de un aparato.

El derecho a la educación va quedando minado, porque millones de niños están viendo comprometido su futuro; la pandemia se los arrebata.

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En Suecia, las escuelas nunca cerraron. Los menores de 16 años continuaron asistiendo. Para el 21 de julio, el momento más crítico de la pandemia allá, acumulaban 70 mil casos de COVID-19. Menos del 1.5% eran niños que iban a clases.

En países como Japón o Uruguay, la estrategia es que alumnos asistan alternando días, para que los salones estén a 50% de capacidad. Hay sana distancia, toma de temperatura y uso de mascarilla. En el país sudamericano, el de menor número de contagios y decesos en la región, la economía nunca cerró completamente, y el regreso a los planteles fue escalonado.

En Reino Unido, en junio reabrieron más de 23 mil guarderías y escuelas. De poco más de un millón 600 mil niños que volvieron, apenas hubo 101 casos de contagio dentro de los planteles.

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En México, millones de niños viven una anormalidad para su aprendizaje, lo que podría generar un terrible daño en su educación y formación. Y un daño irreversible al país.

La intención de las clases a distancia es noble. Se pensará que, de lo deseable, lo posible. Pero es innegable que el modelo es insuficiente. Basta escuchar lo que niñas y niños cuentan, lo complejo que resulta para papás y mamás que de por sí cargan agobio por la crisis económica.

¿No es momento de abrir escuelas, así sea parcialmente? ¿De buscar hacerlo de forma estratégica? No se trata de abrir como si no pasara nada. Ahí está el virus. Pero cada vez lo conocemos mejor y hemos ido aprendiendo a convivir con él. [nota_relacionada id= 1212796]

Ya vimos lo que ocurrió con el cierre de la economía: se perdieron millones de empleos y quebraron miles de negocios. ¿Qué sucederá de mantenerse este cierre? ¿Las medidas sanitarias incorporadas a nuestra vida cotidiana —de la casa al transporte público, pasando por comercios—, no podrían aplicarse a la realidad escolar?

Frenar el desarrollo educativo sería catastrófico.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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