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Desde Rusia con amor

A diferencia de Alemania o Japón que se levantaron de sus cenizas, ellos continúan viviendo de glorias del pasado

OPINIÓN

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Este martes, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció que su país registró la primera vacuna “efectiva” (sí, entre comillas) contra el COVID-19 y de paso, aprovechó para restregárselo al mundo.

La vacuna fue nombrada Sputnik V en honor al primer satélite del mundo que fue puesto en órbita por Rusia en 1957 en la Carrera Espacial durante la Guerra Fría, que al final terminó ganando Estados Unidos en 1969 cuando el primer ser humano puso un pie en la luna.

El presidente Putin detalló que la vacuna ha pasado “todos los controles” (sí, entre comillas) para mostrar que es segura, tan sólo dos meses después de realizar pruebas en humanos. Incluso aseguró que había experimentado la vacuna en una de sus hijas debido a que presentaba fiebre, misma que fue controlada con el medicamento.

Desde su llegada al poder hace ya dos décadas, el ex espía soviético y cinco veces presidente de Rusia (hasta hoy) ha intentado a toda costa recapitular las grandes glorias del Imperio Ruso, vaya, “hacer a Rusia grande otra vez”, y sus propagandistas con base en el Kremlin han hecho lo imposible para vende a Putin como uno de los más grandes líderes geopolíticos de la historia. Su imagen de macho alfa y genio estadista son reafirmadas por los medios de comunicación a su servicio como Russia Today (RT) y la agencia Sputnik (ya puede dimensionar usted el tamaño del complejo) que fueron marcadas por Twitter como “medios afiliados al gobierno ruso”

Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética se posicionó durante medio siglo como uno de los dos poderes globales, pero cuando se disolvió a inicios de los 90 Rusia cayó en una repentina irrelevancia. Putin, motivado por un sentimiento de “deber ser histórico”, como muchos otros líderes de su generación afectados por esa humillación, intenta demostrarle al mundo que Rusia sigue siendo una potencia dominante, aunque para eso tenga que ocultar la caída de la economía, la pobreza, la falta de garantía y de derechos humanos en su país lavándole la cara con unos desastrosos Juegos Olímpicos o vacunándolos con lo que sea que contenga Sputnik V. Para los rusos no ha sido fácil vivir así, pero a diferencia de Alemania o Japón que se levantaron de sus propias cenizas y se reconstruyeron más fuertes y más potentes, Rusia continúa viviendo de sus glorias del pasado, que no le permite ver hacia el futuro.

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Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que Rusia debe realizar los trámites de precalificación y evaluación para no poner en riesgo la salud mundial.

El portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, aseguró durante una conferencia de prensa que en al organización se muestra un ánimo por la velocidad de desarrollo de la vacuna, pero aclaró que se debe demostrar que las vacunas son “seguras y eficaces”.

La vacuna rusa es la analogía perfecta: sin resultados y sin pruebas intentan ganar una carrera en la que nadie quiere competir excepto Putin. Esa carrera son las elecciones de su país y Putin es el símbolo de la humillación rusa.

POR JORGE AVILÉS
JORGEAVILESVAZQUEZ@GMAIL.COM
@CALLODEHACHA
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