Haz tu denuncia aquí

Impaciencia

OPINIÓN

·

La impaciencia, aunada a la falta de resultados positivos, hizo presa fácil de las directivas de Guadalajara y Atlas. Después de perder en el Akron con el oficioso Puebla, Luis Fernando llenó de trebejos y cachivaches sus maletas para irse por donde había llegado, mientras que a Rafa Puente le dieron las gracias, paradójicamente, tras haber mostrado una cara no tan lúgubre en San Luis, en el empate de La Academia uno por uno.

Con esta proclividad que tenemos de apelar casi constantemente al insustancial e insulso lugar común, “el hilo se rompió por lo más delgado”, frase cajonera y ramplona que enmarca a la perfección los espejos que hoy reflejan (que no iluminan) a Luis Fernando Tena y Rafael Puente del Río. Repentinamente, La Perla Occidental se quedó sin técnicos. Los equipos de futbol jaliscienses arrastran la cobija gacho, y a reserva de ciertas consideraciones que pondremos a disposición del lector un poco mas adelante, sí, “el hilo se rompe por lo más delgado”, o lo que es lo mismo, en esta otra analogía refranera, “al perro más flaco se le cargan todas las pulgas”.

Quiero pensar que al ritmo del concierto de lugares comunes en que se devanea grácilmente el futbol mexicano, siempre habrá un pequeño espacio para la reflexión. No me cuadra el cese de Luis Fernando. El de Rafael, sí. Porque cuando una partida de futbolistas se presenta en la sala de prensa del club para dar el espaldarazo al técnico, es porque la cosa viene medio torcida… o torcida y media. Peculiaridades, vamos, de un torneo bananero. Usos y costumbres de una liga anquilosada en la que todo el mundo sabe lo que va a pasar, menos aquel directamente implicado.

Por logros, palmarés y currículum, la foja de servicios de Luis Fernando Tena rebasa por mucho la de Puente Jr. Haberse traído la medalla de oro de Londres, en los Olímpicos de 2012, es algo que ningún técnico mexicano hubiera siquiera aspirado a soñar. Además, Luis Fernando fue artífice del último título de liga conquistado por Cruz Azul en 1997. Estamos hablando, sí, del siglo pasado. Para rematar este breve repaso de éxitos, El Flaco hizo campeón al Morelia en los albores de los años dos mil. Logros aislados, pero puntuales.

Estas Chivas resabiosas no supieron respaldar a su líder. Ni la experiencia de Rodríguez, Mier, Molina y Brizuela lograron que el entrenador salvara la chamba. Mucho menos Calderón, Antuna y Macías, o los que de plano ni son convocados para concentrarse por entrarle de lleno a los tamales, como ese desperdicio de jugador apodado Chofis: Javier Eduardo López para los cuates. El otrora chico maravilla de la dirección deportiva, el Richar Pelaíz (diría Cuauhtémoc), ha entrado en esta fase misteriosa en la que un profesional se da cuenta de que no todos los caminos están hechos para todos los caminantes. Así es que Ricardo, con calma, a asimilar la pérdida. Porque haber apostado por la continuidad de Tena para despedirlo en la fecha tres, es un fracaso rotundo. Así. Con sus letras.

A Rafa Puente se le acabó el parque. Dirigió y ascendió de manera brillante a Lobos BUAP. En Querétaro pasó inadvertido y con el Atlas se le apagaron las luces. Ya advertíamos acerca de ese macabro voto de confianza de los jugadores, que a la postre termina siendo el abrazo de Acatempan. Pero no pasa nada. Volverá a la “zona de confort” que tan sardónicamente criticó: la de la tele. Donde los técnicos de sillón se sientan a hablar de lo que vieron en la pantalla idiota, eso sí, siempre con el periódico de ayer bajo el brazo. De afuera se veía fácil, ¿cierto, Rafa? Insisto, no importa, el medio es tan benévolo que en un santiamén estarás pontificando desde cualquier cadena televisiva. 

[nota_relacionada id=1189434]

POR JORGE MURRIETA

@JORATLA

JORATLA@GMAIL.COM

eadp