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Nadie como Nadia

OPINIÓN

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La semana pasada hablamos de lo difícil que ha sido para las mujeres reclamar su lugar en el olimpismo internacional y quizás nadie ejemplifique esa lucha por la igualdad y la paridad en el deporte mundial como Nadia Comaneci.

Tras haber sido la primera gimnasta en la historia en lograr una calificación perfecta de 10 por parte de los jueces, aquella niña rumana, de apenas 14 años, se convirtió en un símbolo, una inspiración y en uno de los primeros personajes globales, que antes de las redes sociales, el internet y la información en línea, trascendieron fronteras e inspiraron a toda una generación de niños y niñas a buscar el ideal de la perfección olímpica.

La semana pasada, justo el domingo 19 de julio, se cumplieron 44 años de aquella hazaña histórica de Nadia y el mundo recordó, con la magia del video difundido en los medios y las redes sociales, cómo fue aquel momento de perfección en el olimpismo internacional, cuando una adolescente bajita y de cabellos rubios, vino a confirmar que las mujeres no estaban en el deporte por gracia o concesión de los hombres, sino porque también tenían la fuerza, la capacidad, la preparación y el coraje para lograr la perfección en cualquier disciplina olímpica.

“Y ahora la noticia del día: récord mundial. El mundo del deporte asistió hoy, conmocionado, a un hecho sin precedentes: Por primera vez en la historia una gimnasta obtiene un puntaje de 10 en los Juegos Olímpicos. La protagonista de la hazaña se llama Nadia Comaneci, tiene 14 años, mide apenas 1 metro 50 y si bien nació en Rumania, parece venir de otro planeta. Su cuerpo se desplaza como si no existiera la fuerza de gravedad. Es apenas el comienzo de una rutilante carrera para la flamante ganadora de la medalla dorada. Comaneci trascenderá las fronteras del deporte, para convertirse en un ícono de toda una generación”, narraban emocionados los cronistas deportivos de la televisión mexicana en el programa DeporTV, del Canal 13, aquel 19 de julio de 1976.

Y efectivamente Nadia trascendió gracias a aquella rutina y literalmente voló hacia la historia con aquel último impulso con el que se lanzó al vacío, preparando su salida de las barras asimétricas, que por 20 segundos de rutina, con los giros, balanceos y las estéticas figuras que dibujaba la niña rumana, parecieron también tener una simetría perfecta

“A veces va tan lento para ti, pese a que la rutina es muy rápida. Vas movimiento tras movimiento, segundo tras segundo”, recordaría varias décadas después Comaneci sobre su hazaña, en una entrevista con Margarita Rodríguez de la BBC Mundo.

No hubo niño o niña en el planeta, por aquellos años 70, que no soñara con lograr la perfección de Nadia y no quisiera ser como ella. Muchas de las niñas de mi generación querían estudiar gimnasia y a las que no nos alcanzaba el presupuesto familiar para eso, nos lanzábamos solas a practicar las ruedas de carro en las banquetas, las cocheras y a veces hasta nos tocó, como a mí, tirar la mesa con todo y platos, en una reunión familiar, por tratar de volar por los aires como Nadia. Y sí volamos, pero también lo hicieron los platos y todo lo que habían preparado para aquel convivio en familia. Jugábamos a ser Nadia y entre el juego y la vida, crecimos. 

Ahora no sólo rompemos platos, rompemos estereotipos, marcas y cambiamos las ideas del mundo sobre la “limitación de las mujeres”. Y mientras nos quede fuerza en las piernas y en el alma, iremos hasta donde el corazón y la mente nos lleven. [nota_relacionada id=1152677]

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1
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