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Sorpresa razonada y razonable

Así es la propuesta de reforma al sistema de pensiones que anunció el presidente Andrés Manuel López Obrador hace unos días

OPINIÓN

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Así es la propuesta de reforma al sistema de pensiones que anunció el presidente hace unos días. Lo hizo de la mano de Carlos Salazar, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, y en presencia de su secretario de Hacienda y los líderes de las bancadas de Morena en el Congreso. Señal sorprendente y alentadora. Notable que ni por pudor de imagen se les ocurrió invitar a la secretaria de Economía, y la foto fue entonces de puros hombres haciendo un anuncio que es probable tenga un impacto favorable para muchas mujeres, pero ese es otro tema.

Habrá reforma y con ello se atendería uno de los riesgos críticos del Sistema de Ahorro para el Retiro: que un alto porcentaje de los trabajadores estarían recibiendo pensiones minúsculas. Se elevará gradualmente el impuesto al trabajo, al pasar de 5.15% a 13.9% la aportación patronal, se reducirán las semanas indispensables para la pensión garantizada de 1,250 a 750, y se promete también la reducción de las comisiones que cobran las AFORE. Lejos está de ser una reforma integral; se dejan pendientes temas muy delicados como el financiamiento de las pensiones de pago definido, cuyo costo para el gobierno llegará en algunos años a casi el 6% del PIB.

Pero el anuncio sigue siendo una sorpresa bienvenida. No porque no se supiera que había distintos grupos revisando alternativas de reforma desde hace más de un año; el tema lo ameritaba. Simplemente porque nada de lo que ha hecho el gobierno actual lo ha hecho así. Desde su triunfo en la elección presidencial, el impulso primario de la política pública ha sido el de la destrucción de lo existente como premisa para un presunto “cambio de régimen”. Fuera de la apuesta por mantener el TLCAN, la reforma al sistema de pensiones es la primera iniciativa de política económica que no parte de un principio ideológico o un prejuicio político, sino de un análisis técnico, pausado y cuidadoso, que plantea con armonía los elementos centrales de su propia viabilidad, y por si fuera poco, viene acompañada de un consenso inicial notable.

Vista desde ese ángulo, la iniciativa es resultado también de una inflexión crítica al interior del gobierno: es producto de la debilidad de los radicales y muestra del fortalecimiento de los moderados. Aunque no fue hace tanto tiempo, contrasta enormemente la imagen del presidente del CCE presentando esta reforma en Palacio Nacional con la que ofreció en aquella horrenda tamaliza en que se convocó a los empresarios a vender (¿o comprar?) los boletos de la rifa del avión que siempre no se iba a rifar.

Desde el punto de vista fiscal, al gobierno no le sale cara la propuesta: casi todo el costo en principio es para el empleador (aunque quizá la acabe pagando la informalidad); y tampoco significa esto que siempre sí habrá paquete de reactivación. Pero estamos lejos de la cerrazón total e incluso hostilidad mostradas hasta hace poco por el gobierno ante el sector privado. No es casualidad que este acuerdo se haya concretado en la misma semana en que se abatió la pataleta antidemocrática y pueril del radicalismo Morenista que intentaba descarrilar un espléndido proceso de selección de Consejeros Electorales del INE.

La combinación de la caída en la aprobación del presidente, el abismo económico al que se enfrenta este gobierno, la aparente andanada de exigencias del gobierno estadounidense, y la notable presión ciudadana por defender al INE se combinaron virtuosamente para producir esta chispa de esperanza en la política pública de nuestro país. Con suerte lo mismo ocurre en el ámbito de salud. Urge, aunque se vea poco probable. Son miles de vidas las que están en juego; me encantaría volverme a sorprender.

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POR ALEJANDRO POIRÉ

DECANO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@ALEJANDROPOIRE

irv / eadp