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El México que vale la pena salvar

OPINIÓN

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Hasta finales de febrero nuestros planes no contemplaban la necesidad de estar confinados, cambiar nuestros hábitos y nuestras formas sociales más básicas. 

De repente presenciamos el derrumbe de infinidad de propósitos 
y proyectos: nuestros planes financieros, emprendimientos, viajes, aquel intercambio académico por el que trabajamos tanto o el empleo al que íbamos a renunciar para buscar uno mejor.

Tuvimos que aprender a decir adiós antes de lo esperado: casi 40 mil familias en este momento se han visto forzadas a despedirse de sus seres queridos más cercanos. 
La pandemia nos muestra la fragilidad de nuestros planes y futuro, sacude los cimientos de nuestra forma de vida.

Y sin embargo aquí seguimos. Millones de mexicanos hoy no salen a la calle por gusto, ni por inconsciencia, sino por simple necesidad. De acuerdo con el Inegi, poco más del 56 por ciento de los ciudadanos económicamente activos se desempeñan en el sector informal.

Mientras ocho de cada 10 empleados formales trabajan para cualquiera de las 4.2 millones de Pymes, cuyos dueños en la mayoría de los casos apenas perciben ingresos para alcanzar a cubrir sus nóminas.

La economía de nuestro país no depende de nuestro gobierno, en realidad se sostiene a pesar de él: ciudadanos que todos los días se levantan a trabajar y con base en el esfuerzo, creatividad y astucia encuentran formas de ganarse la vida; cuya aspiración es la libertad de construir un patrimonio y proveer para los suyos.

Estamos curtidos en la crisis. La segunda mitad del siglo XX se caracterizó por repetidas devaluaciones económicas y proyectos públicos fallidos que se rescataron con el impuesto de todos. Hemos sido víctimas de gobiernos sobreideologizados y paternalistas, a los cuales, 
hoy algunos intelectuales trasnochados de la transformación, colocan en un pedestal.

Nuestra historia nacional nos ha forjado una esencia combativa. El intrincado tejido social que nos compone está basado en gran parte sobre escenarios de adversidad. Terminar con este esquema es un reto que tenemos en lo inmediato, sin embargo, no podemos negar que este mismo tejido nos dota de un instinto de supervivencia. [nota_relacionada id=1148478]

Somos un pueblo de muchas máscaras y rostros, pero este es el que vale la pena salvar, por el que vale la pena luchar y debería ser un honor gobernar: mexicanos trabajadores que viven al día, pequeños empresarios que no han dejado de soñar; que a diario se echan al hombro a la mitad del país y a su gobierno anacrónico, de ideas obsoletas y estrategias ausentes, que se inventa en ellos a un enemigo imaginario, una oligarquía capitalista a la que no vale la pena representar.

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ

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