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Anexión de Cisjordania

Las divisiones europeas y la próxima elección presidencial en Estados Unidos favorecen una anexión rápida

OPINIÓN

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El 1 de julio iba a ser el día en el que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pondría oficialmente en práctica la anexión de Cisjordania, de acuerdo con el plan del gobierno estadounidense de Donald Trump para Medio Oriente. El proyecto prevé la anexión por parte de Israel del Valle del Jordán, una vasta área de tierra cultivable y de los 450 mil colonos judíos que ahora viven en asentamientos ilegales junto a los más de 2.8 millones de palestinos en la Cisjordania ocupada.

En el papel, el plan esboza un futuro lejano en el que habrá un Estado Palestino. Pero ofrece el territorio más limitado y no contiguo jamás ofrecido a los palestinos por la comunidad internacional. Si la puesta en práctica del plan se postergó, habrá sido por puro pragmatismo de Netanyahu.

El término "anexión" significa que los territorios definidos como ocupados bajo el derecho internacional se convierten en parte integral del territorio del Estado que lo anexa, especialmente en términos de la ley, jurisdicción y administración aplicables a ellos.

Generalmente sucede como un paso unilateral de la potencia ocupante. Así anexó Israel los Altos del Golán, junto con decisiones gubernamentales y legislación de la Knéset.

En Cisjordania y el Valle del Jordán se "legalizará" la realidad de anexión progresiva que los gobiernos israelíes han conducido desde 1967 en la región conocida como "Área C" en el lenguaje de los Acuerdos de Oslo, que representa hasta 60 por ciento de Cisjordania en su conjunto y que ya se encuentra bajo el control de Israel. Se espera que la medida israelí resulte en una transferencia de población o en la legalización del apartheid.

Las divisiones europeas y la próxima elección presidencial en Estados Unidos favorecen una anexión rápida.

Por su parte, una coalición internacional que incluye a 50 organizaciones judías progresistas en 17 países se ha acercado en las últimas semanas a diplomáticos israelíes en 18 consulados y embajadas de todo el mundo, para presentar un mensaje de oposición a la anexión unilateral israelí.

Pero ni ellos, ni las preocupaciones del ejército israelí ni del Shin Bet filtradas en la prensa del país logran un impacto político relevante.

Netanyahu permanece impermeable a la alarma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y países europeos, las advertencias de Jordania y Egipto (los dos países árabes con los que lleva relaciones oficiales) y de las monarquías del Golfo (que deseaban normalizar relaciones con Tel-Aviv).

Las contrapropuestas de la parte palestina son inaudibles. La sociedad israelí, apremiada por ahora ante el COVID-19, no se pronuncia sobre el tema.

Mientras tanto, Netanyahu contempla la oportunidad de pasar a la historia como el primer ministro israelí que puso fin al statu quo. [nota_relacionada id=1094777]

POR MARTA TAWIL

INVESTIGADORA EN EL COLMEX

ORBE@HERALDODEMEXICO.COM.MX

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