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La campaña que viene

OPINIÓN

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Está en lo suyo el presidente. Están trazadas las líneas de la contienda electoral del siguiente año. La extradición de Emilio Lozoya, quien se recupera en un hospital de aflicciones no diagnosticadas durante su detención en España, marca la última apuesta de un gobierno acorralado por sus malas decisiones. Un gobierno que metió al país en recesión durante el ciclo de mayor expansión económica de Estados Unidos en los últimos quince años, y que reaccionó tarde y mal ante el arribo de la pandemia.

A diferencia de casi todas las economías de nuestro tamaño, pero en armonía macabra con los populismos de Brasil y los Estados Unidos, los contagios, las muertes y la incertidumbre campean en nuestro país, mientras el vocero de salud elude su responsabilidad y reniega de la población y los gobiernos subnacionales. Olvida el gobierno que por mandato constitucional y legal, compete al Consejo de Salubridad General, encabezado por el presidente de la República, dictar las definiciones a seguir por todas las autoridades del país en el manejo de la pandemia. La responsabilidad primaria e ineludible es federal. Pero ello es lo de menos.

El propósito es mayor; o distinto, mejor dicho. En su momento, incluso el presidente festinó la conveniencia de la pandemia para el logro de su visión ulterior: “Nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”, dijo al arranque de abril, hace tres y medio meses; hace más de 37 mil decesos en el conteo oficial. ¿Cuál es ese propósito? En aquella conferencia del 2 de abril, en sus propias palabras, subrayó que la “crisis transitoria” del coronavirus no lo iba a distraer en “acabar con la corrupción y de que haya justicia en el país”. No era, no es, el cuidado de la vida, del empleo, o la seguridad de los mexicanos.

Y si no es propósito de su gobierno, tampoco será bandera de su campaña en la elección intermedia. Destruido o inexistente está su partido en su estructura interna. Rendido está su gobierno ante la crisis económica, con la respuesta de política pública más raquítica de toda la OCDE, y sólo asegurándose de recaudar hasta el último centavo posible. Ensayando modelos para culpar a lo local de todos los males del país: desde el manejo de la pandemia hasta los fracasos en materia de seguridad. Y preparándose para gestionar las demandas vertidas desde la Casa Blanca, de las cuales nos iremos enterando poco a poco, a cambio de la cordialidad mostrada en el Jardín de las Rosas.

Y en materia de combate a la corrupción y la justicia, se sigue el viejo estilo del régimen hegemónico. No se busca combatir la impunidad. Se busca, con base en los flancos abiertos del pasado, combatir a la oposición, premiar a los aliados, y dividir a los adversarios. Cualquiera que sea el resultado de este nuevo escenario, dudo mucho que sume a la consolidación de México como un país de leyes y con seguridad jurídica. Pero quizá sea lo único que le dé gasolina a un gobierno que ve los números de las encuestas crecientemente en su contra. Ello, y una oposición completamente desdibujada en su oferta y poco renovada en sus perfiles.

Es por tanto importante seguir con detalle las investigaciones y procedimientos que usarán las autoridades en el manejo del caso venido de España. Y sumamente valioso defender a las instituciones que cuentan los votos y sancionan la paridad electoral, para que sean los ciudadanos en libertad quienes elijan entre las opciones disponibles. El trabajo del Comité Técnico de Evaluación al proponer candidatas y candidatos para renovar el Consejo del INE ha sido ejemplar en su transparencia y objetividad. Ojalá también lo sea el de la Cámara de Diputados en definir a las y los elegidos.

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POR ALEJANDRO POIRÉ

DECANO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@ALEJANDROPOIRE

irv / eadp