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Lo bueno, lo malo y lo feo

OPINIÓN

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No fue insultado el presidente mexicano en su visita a Estados Unidos. No se mentó el muro durante el discurso de Trump en el Jardín de las Rosas. Resulta triste quizá enfatizar que ello sea lo bueno, pero así se perfilaban los costos, y sin duda una parte de ellos se evitaron. No sólo eso, como parte de la campaña de Trump para buscar el voto latino, marco en el cual se dio la visita de AMLO, hasta habló el presidente de Estados Unidos del enorme valor que la comunidad de mexicanoamericanos tiene para la economía, las iglesias y la sociedad de su país. El trato al presidente de México fue indudablemente respetuoso y cortés. Y hasta hubo pinceladas de talento cortesía de nuestra cancillería, como la visita de López Obrador a los monumentos de Lincoln y Juárez antes de ir a la Casa Blanca. En alguna medida es cierto que, como se ha dicho, estamos agradeciendo que el gandalla del salón no nos quitó la torta el día de la clase abierta, pero pues algo es algo, especialmente ante el energúmeno que ha resultado Trump en su trato frente a muchos otros, incluido el antecesor de López Obrador.

Bueno es también que se eche a andar el TMEC y se haga visible este nuevo paso; era mejor el TLCAN y aún mejor el TPP. Ambos los tumbó Trump; pero en buen mexicano, de lo perdido lo que aparezca. Y no es tan poco lo que se ha rescatado; se confirma que, aún en la era del ultranativismo comercial estadounidense, México tiene un lugar privilegiado en América del Norte. Cierto es que ni de lejos es ello suficiente para la reactivación económica en nuestro país, pero imagine usted el contrafactual: ¿Ni aeropuerto, ni plan viable en materia de energía, ni política contracíclica para enfrentar la pandemia? Y además de todas las decisiones de política económica y sanitaria de la actual administración, encima de ello, ¿ni TLCAN ni TMEC? Prefiero ni pensarlo, pues. Es mejor suponer que en un momento futuro contaremos con el TMEC como plataforma para la reconstrucción, y reconocer el logro de la administración actual.

Hasta ahí lo bueno. Todo lo demás es malo, es feo o es ambas. Malo aceptar la minimización de la agenda bilateral al comercio y la migración. Se dejan muchísimas oportunidades en la mesa y se pagan costos demasiado elevados. Mala, muy mala, la subordinación total en materia migratoria. Ni una palabra del presidente de México respecto a los derechos humanos de los menores separados arbitrariamente de sus familias en la frontera; ni una palabra del aparente intento renovado de Trump por destruir DACA (aunque quizá haya sorpresas al respecto), el programa que le permite a migrantes que llevan toda la vida allá impedir que se les devuelva arbitrariamente a un país que prácticamente ni conocen; ni una palabra del freno a las visas de trabajo ni de la brutalidad en el trato a los migrantes en la frontera; ni una palabra tampoco de la más reciente ocurrencia de Trump que afecta a miles de mexicanos en los Estados Unidos: en su insana obsesión por politizar la reapertura económica y en su guerra contra las universidades, la disposición de que los estudiantes internacionales cuyas escuelas ofrezcan instrucción sólo en línea deberán regresar a su país.

Ante el presidente más antimexicano de la historia, ante el racista, xenófobo, discriminador por excelencia, el silencio y la aquiescencia: nuestra Guardia Nacional, en lugar de dedicar todos sus recursos a combatir la delincuencia en nuestro país, seguirá colaborando con “Chad”, el titular de Homeland Security a quien Trump felicitó ampliamente durante su discurso, en construir el muro humano contra la migración que el entonces candidato ofreció que pagaríamos nosotros. Y especialmente feo será todo lo que viene: la utilización de la foto y el discurso innecesariamente elogioso de López Obrador hacia Trump, reconociéndole un falso respeto por el pueblo de México, que como decía al principio, se remite a que no nos haya insultado tan explícitamente como lo ha hecho durante los últimos cinco años. Trump lleva toda la semana en campaña por el voto hispano, y jugamos de botarga en su estrategia de propaganda. No estuvo lindo, y Joe Biden y muchos demócratas tomaron nota.

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POR ALEJANDRO POIRÉ

DECANO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@ALEJANDROPOIRE

irv / eadp