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¿Estrategia fallida?

OPINIÓN

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Artero, condenable y detestable, es como debe definirse al atentado contra el Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, y aunque celebramos que el funcionario se encuentra fuera de peligro, también lamentamos que 3 personas perdieran la vida durante el enfrentamiento.

La información dada a conocer durante los últimos días, señala que las motivaciones de los criminales para cometer el atentado están relacionadas con el desempeño laboral del funcionario; por lo que, para él, desde cualquier tribuna, solo deberían existir muestras de solidaridad.

Pero al margen de los buenos resultados y logros casi personales del secretario, también habría que preguntarse si no estuvo a punto de convertirse en una víctima más de una estrategia de seguridad pública federal que no funciona del todo bien. No existe ningún precedente, de un hecho de tal violencia contra un Secretario de Seguridad Pública en la Ciudad de México y, menos aún, en Paseo de la Reforma, el corazón financiero del país. Si esto no implica para los responsables de definir la estrategia, que algo está fallando, entonces nada podrá hacerlos entender.

 La política de “abrazos y no balazos”, “fuchi, guácala” y “piensen en sus mamacitas”, parece no estar dando los resultados esperados. Apostar por la moralidad del “pueblo bueno y sabio” para acabar con el lastre de la delincuencia organizada, desde un principio parecía inverosímil; ahora la cruda realidad nos demuestra que será imposible pacificar al país con el solo uso de la “fuerza moral”, basta con revisar los propios números del gobierno, para comprobar el incremento en los índices delictivos en todo el país.

La responsabilidad del deterioro social y de la ineficacia de las estructuras de seguridad pública y de procuración de justicia, no es exclusiva de la actual administración. Para llegar a este punto de descomposición, fue necesaria la complicidad de varios gobiernos con otros colores partidistas, pero también es cierto que, a casi dos años de iniciada la 4T, no existen indicios claros de que las cosas vayan mejorando o de que estemos en el camino correcto para cambiar las cosas; al contrario, las cifras son desalentadoras, hay un incremento constante en la comisión de diversos delitos y las muestras del poder real de los criminales son cada vez más temerarias y grotescas.

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Lo del viernes pasado fue un desafío frontal al Estado mexicano, y no parece ser consecuencia del debilitamiento de las estructuras criminales; por el contrario, fue una prueba de su fortalecimiento, una muestra de su poder y de lo que están dispuestos a hacer para conservarlo.

Es momento de una revisión integral de la estrategia de seguridad pública, es oportuno aceptar y corregir errores. El reto principal de esta administración, es el mismo que el de las anteriores. Recordemos que en sus resultados, empeñaron el futuro.

POR HÉCTOR SERRANO
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