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Cambios estructurales en el sector energético

OPINIÓN

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Rystad Energy, consultora especializada en temas energéticos, en su reporte anual, dado a conocer a mediados de este mes, nos ofrece un panorama de cómo la crisis mundial, generada por el COVID-19, modificará de manera estructural el mercado petrolero en un mediano y largo plazo; sobre la base de una reducción en el potencial de la producción y la aceleración de la demanda pico de petróleo.

La firma, con sede en Suecia, parte de un supuesto principal en torno al mercado mundial del petróleo que, ante una recuperación y crecimiento débil, cambios de hábitos y comportamientos, así como por el proceso de descarbonización, prevé que la demanda podría recuperarse hasta 2025 y solamente a los niveles de 2019.

A partir de lo anterior, el citado informe da a conocer un dato central: la reducción del petróleo recuperable del mundo, entendido como el volumen que podría extraerse de la tierra, con base en la tecnología actual y la demanda.

De esta manera, Rystad Energy calcula que se van a quedar en el suelo, sin extraerse, aproximadamente 282 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente; esta cantidad, semejante a las reservas comprobadas con las que cuenta Arabia Saudita, calculadas en 267 mil millones de barriles; por lo tanto, los recursos recuperables en el planeta quedan en alrededor de 1.9 billones de barriles de petróleo crudo equivalente.

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El 92 por ciento de los recursos recuperables perdidos se concentra en los países no pertenecientes a la OPEP; el abandono de los planes de inversión y exploración de las compañías petroleras, ante una demanda diezmada, dejará a la deriva los descubrimientos futuros de exploración en zonas remotas y de alto costo, las cuales quedarían sin descubrir.

Como ejemplo de lo anterior, el informe anual señala que Estados Unidos no encontrará casi 50 mil millones de barriles de petróleo recuperable; Canadá, 14 mil millones; Venezuela, 21 mil millones, y México recortará el número de perforaciones en aguas profundas.

Con base en lo anterior, Per Magnus, quien encabeza las tareas de análisis en la consultora Rystad, concluye que el pico de máxima producción del petróleo se ha acelerado, porque estaba proyectado que ocurriría en 2030; y ante el actual panorama podría ocurrir antes, es decir, entre 2027 y 2028; esto significa que, a partir de esas fechas, la producción petrolera irá a la baja; marcando el inicio de su desplazamiento en la matriz energética.

Incluso, análisis de otras agencias más pesimistas, consideran que la demanda ya alcanzó su máximo punto, dado que no ven la posibilidad de que se recupere a los niveles registrados en 2019. Sin embargo, Rystad Energy acota lo anterior, señalando que, a pesar de la disminución del uso de combustible fósil, habrá demanda de petróleo en los próximos 100 años por el consumo de productos petroquímicos, que son utilizados en nuestras actividades diarias, desde calzado, envasados, hasta medicamentos.

POR MANUEL RODRÍGUEZ
DIPUTADO FEDERAL/PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ENERGÍA

@manuel_rdgn

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