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Hacia el 2021: los riesgos del autoritarismo

OPINIÓN

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Cuando faltan 352 días para la jornada electoral de 2021, el presidente de la República inició la lucha por obtener votos y favorecer a su partido. Lo hizo en una mañanera,citando un documento prefabricado que denuncia un presunto bloque organizado contra su gobierno. Con ello, el presidente se entromete en lo que más le gusta: hacer campaña. Inmediatamente, la especulación se inclinó hacia medir las posibilidades de que Morena mantenga la mayoría en la Cámara de Diputados o si la oposición está en condiciones se unificarse para construir una opción viable. Falta mucho para obtener conclusiones válidas, en especial porque no se conocen los efectos la crisis sanitaria y económica en el prestigio y valoración del gobierno, pero es evidente que el presidente tiene prisa por empezar la campaña.

Preocupa la creciente tendencia a dividir a los actores en dos bandos ficticios: uno a favor de la cuarta transformación y otro en su contra. Así se reduce la riqueza de la pluralidad, de la capacidad innovadora para idear políticas alternativas y la búsqueda de soluciones que no necesariamente atentan contra el presidente ni se ubican en el conservadurismo al que tanto hace referencia. Preocupa también que todo lo conservador se identifica con la corrupción y con un pasado neoliberal generador de todos los males del país. Seguir ese camino conduce a un autoritarismo que no reconoce la negociación democrática, sino la imposición de un proyecto pragmático e indefinido. Es una práctica política que no escucha, no reconoce ningún tipo de error y se esconde en el pueblo y en la pobreza para justificar políticas presuntamente transformadoras.

En términos electorales, el inicio presidencial de las campañas para 2021 prefigura una elección entre dos: los conservadores y la oposición. Justo el modelo que más le gusta al presidente. Si gana, habría vencido a los conservadores; si pierde, el fracaso de sus políticas y cualquier crisis es responsabilidad de quienes lo frenaron para reinstalar la corrupción. Mientras tanto, el presidente recomienda que cada quien se cuide por su cuenta ante el COVID19, que seamos optimistas, alegres y que tengamos animales en nuestros patios para comer sanamente.

El problema consiste en que, como parte de la política de comunicación social, el presidente hace propaganda a favor de Morena, en contra de los preceptos constitucionales del artículo 134. Contra la imparcialidad, se impone el discurso presidencial polarizador; contra la autonomía de las autoridades electorales, se les acusa de formar parte del complot contra el gobierno; contra los principios democráticos, se ejerce la autoridad sin negociación o diálogo. Esta semana Lorenzo Córdova advertía sobre la centralización del poder sin controles y su efecto en la calidad de la democracia. Resulta preocupante que el Presidente del INE deba hacer una reflexión así. En un contexto de crisis sanitaria y económica, con la inseguridad que cobra la vida de jueces y ante un proceso electoral cercano, o se cuida a la democracia y sus instituciones, o los riesgos del autoritarismo se incrementan.

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POR ARTURO SÁNCHEZ
DECANO ASOCIADO DE LA ESCUELA DE GOBIERNO Y TRANSFORMACIÓN PÚBLICA
TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@ArturoSanchezG

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