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Nueva mayoría

Pero debemos admitir, que a pesar de su belicosidad, excentricidades y limitaciones Andrés Manuel López Obrador es el Presidente

OPINIÓN

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El fantasma de la crispación recorre el horizonte político, social y económico de nuestra nación. A las crisis generadas por la grave pandemia que vivimos, se suma la percepción de incompetencia, insensibilidad, soberbia y mesianismo maniqueo de un gobierno que con sus actitudes de confrontación provoca peligrosas fracturas en el edificio institucional del país.

Pero debemos admitir, como premisa básica para una reflexión objetiva, que, a pesar de su belicosidad, excentricidades y limitaciones, el ciudadano Andrés Manuel López Obrador es el Presidente de la República, jefe de Estado, jefe de gobierno y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, que llegó a la primera magistratura con el voto de más de 30 millones de ciudadanos.

En este contexto, el diseño de una hoja de ruta ciudadana para enfrentar el desgobierno de la 4T y reconducir el rumbo de la nación pasa necesariamente por la revisión de las causas que motivaron y siguen motivando el respaldo popular en el que el Presidente de la República soporta su monólogo autoritario.

La pobreza, la marginación, la disparidad en la distribución de la riqueza y del ingreso, la corrupción, la impunidad, el dispendio gubernamental, la inseguridad, el hartazgo y el resentimiento de los sectores sociales económicamente vulnerables, fueron los factores que combinados le dieron el triunfo a Morena. Fue el discurso populista montado en el enojo popular.

Se equivocan quienes piensan que el adversario a vencer es López Obrador y su partido Morena. Porque los verdaderos enemigos son las causas y los fenómenos sociales que les dieron el triunfo. La crispación de entonces se resolvió en las urnas con votos cargados de resentimiento, coraje y esperanza que le dieron a Morena y a su candidato la mayoría en el Congreso de la Unión; mayoría que les permite un amplio margen de maniobra para sus despropósitos políticos.

Es urgente un pacto social para concretar, en la concordia, acuerdos para la acción corresponsable y comprometida. Estamos a tiempo aún para construir auténticas candidaturas ciudadanas, desde los partidos políticos o en la figura de candidatos independientes, cuya oferta electoral no sea la oposición a ultranza contra López Obrador o Morena, sino la presentación de alternativas viables y concertadas para el efectivo combate a la corrupción y la atención a los pobres en una perspectiva de progreso y no de asistencialismo clientelar.

En el escenario de turbulencia nacional que vivimos, las urnas serán nuevamente la clave para detener la crispación y evitar la exasperación y el estallido social. Pero hoy es el tiempo de la sociedad civil organizada; es el tiempo de la reconversión de los partidos políticos en auténticas entidades que defiendan causas ciudadanas y no intereses de élites dirigentes. La apuesta debe ser la construcción de una nueva mayoría parlamentaria en las elecciones de 2021, para formar un bloque de contención que reencause la lucha por las transformaciones institucionales que generen progreso para todos, en unidad nacional, con justicia y estabilidad social; sin exclusiones y sin confrontaciones estériles.

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POR JOSÉ ENCARNACIÓN ALFARO CÁZARES 

COLABORADOR

@JOSEEALFARO

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