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El comercio en tiempos del COVID-19

Las guerras comerciales (sobre todo la de EU y China) han reeditado el debate sobre si la integración comercial es buena en sí misma, o si puede debilitar a los países en situaciones críticas

OPINIÓN

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El comercio internacional ha sido una de las fuerzas transformadoras más grandes que han existido a nivel mundial. Sin el crecimiento tan espectacular en los flujos de comercio globales (pasaron de 13 a 38 billones de dólares entre 2000 y 2019), el desarrollo de países como China, India, México y Corea del Sur, no podría entenderse. En el imaginario colectivo, el comercio internacional se convirtió en sinónimo de la globalización: nada la representa más fielmente que miles de barcos transportado todo tipo de productos, entre los puertos del mundo.

Pero, a la par del crecimiento del comercio, se han multiplicado los obstáculos para su desarrollo. Para el sistema multilateral del comercio, uno de los más trascendentales ha sido el fracaso de la Ronda de Doha de 2001, signo de que el consenso sobre la necesidad de avanzar en la liberalización comercial perdió validez. Más recientemente, las guerras comerciales (sobre todo la de EU y China) han reeditado el debate sobre si la integración comercial es buena en sí misma, o si puede debilitar a los países en situaciones críticas.

La pandemia de COVID-19 ha dejado al descubierto la debilidad del sistema. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), en 2020, el volumen del comercio puede colapsar en -32%, en el escenario más pesimista (uno de recuperación en forma de “L”). ¿Qué podemos hacer para evitarlo? ¿Cómo debería verse el comercio internacional del futuro, para garantizar su viabilidad?

Primero, tenemos que renovar el pacto que arropa al comercio internacional. En un mundo en donde no tuviéramos un conjunto de reglas y un árbitro que vigile su cumplimiento, lo que se acabará imponiendo es la ley del más fuerte. Podemos evitar esta situación fortaleciendo, no debilitando, a la OMC.

Segundo, es necesario actualizar dichas reglas. La OMC data de 1995, y sus normas también. Se debe crear un nuevo grupo de reglas para atender los fenómenos económicos del siglo XXI, como la creciente participación de empresas del Estado en el comercio global, el comercio electrónico, y la protección de datos personales en transacciones electrónicas, entre otros. Algunos de los acuerdos más recientes (como el CPTPP y el T-MEC, de los cuales México es parte) ya tienen avances significativos en algunos de estos temas.

Tercero, hacer el comercio internacional más incluyente. Hay trabajo por hacer en dos rubros: desarrollar con claridad el vínculo del comercio con otros temas relevantes de la agenda internacional (como, género, medio ambiente y trabajo), e incorporar medidas para garantizar que los trabajadores desplazados tengan otras opciones de desarrollo profesional. De otra manera se continuará equiparando al comercio internacional con la pérdida de empleos, y no con los beneficios que ofrece.

El comercio internacional no desaparecerá debido al COVID-19, pero sí debe transformarse. Los países pueden aprovechar este contexto para reposicionar el rol del comercio y convertirlo en un factor de desarrollo en la economía posCOVID-19, como ya lo ha hecho en el pasado. Ojalá que esta sea una de las lecciones positivas que nos deje la terrible pandemia.

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POR JUAN CARLOS BAKER

DIRECTOR GENERAL DE CONSULTORES INTERNACIONALES ANSLEY, ASOCIADO COMEXI

@COMEXI

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