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Apoyar no es aplaudir y disentir no es traicionar (parte II)

AMLO tomó sana distancia de Morena, actuando como hombre de Estado, y se planteó como única agenda gobernar para todos, con apego a los principios de la 4T. Morena deberespaldarlo

OPINIÓN

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Debemos aprovechar todos los procesos de cambio político, social y económico como una posibilidad de iniciar un proceso pedagógico. Esto implica explicar, en la coyuntura actual, no sólo las causas y origen del triunfo de AMLO, sino también las contradicciones que se generan en la ruta de la consolidación del proyecto de nación que se ha denominado 4T.

En la entrega anterior quedó pendiente una interrogante: ¿AMLO encarna en sí mismo a la 4T y a Morena? A la primera, sin duda. Él concibió y dotó de ese rango histórico a lo que está transcurriendo durante su responsabilidad en la Presidencia y, siendo honestos, difícilmente alguien podría intentar ponerse por encima de él o autoarrogarse el interpretar los principios o las formas de la 4T, ya que él mismo se ha impuesto el reto de separar al poder económico del poder político como principal objetivo de esta transformación.

Este fenómeno lo vivimos en la fundación de Morena como partido político, aunque hay quienes participamos como una consecuencia de luchas anteriores desde la izquierda. Muchas y muchos de los que fundaron Morena lo hicieron por una simpatía con AMLO, lo que algunos llamamos en su tiempo “obradorismo”, y esto implicó cohabitar con quienes a pesar de tener fuertes señalamientos de corrupción o de oportunismo político en el pasado, fueron invitados y posicionados por el propio dirigente en el interior del partido ante una suerte de disciplina partidaria de la mayoría, que se fundaba en la priorización de un bien mayor y la confianza en que el liderazgo era más potente que cualesquiera de los aliados y ello evitaría la posibilidad de que el proyecto se desvirtuara.

Y esta premisa nos lleva a cuestionarnos sobre Morena: ¿AMLO encarna a Morena en sí mismo? No. Es cierto que en el interior del partido la fuerza ideológica que sigue siendo mayoritaria es el “obradorismo”; sin embargo, también existen una suerte de “intérpretes” del propio AMLO, que en su nombre cometen todo tipo de barbaridades. Son comunes los intentos de sometimiento a una línea política con el uso de la expresión: “Lo dijo el licenciado”; esto ha generado muchas tensiones y divisiones en el interior de esa fuerza mayoritaria.

Pero también existen otras contradicciones, como el caso de aquellos que jamás se asumieron parte del proyecto o que incluso lo descalificaron y actuaron contra él en la época de las reformas estructurales, y una vez reconvertidos a Morena suelen decir: “Hay que hacerle caso al presidente”, para dirimir las diferencias en el partido.

Lo cierto es que AMLO (no sin un traspié de la encuesta que después aclaró) tomó una sana distancia del partido, solicitó licencia y, actuando como hombre de Estado, se planteó como única agenda gobernar para todos y hacerlo con apego a los principios de la 4T. El deber de Morena es respaldarlo con apego, sin abandonar sus propios principios.

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POR DANIEL SERRANO
*LIDERAZGO POLÍTICO DE IZQUIERDA EN EL EDOMEX
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