Hoy no sé por dónde comenzar. Son muchos los temas a propósito de la crisis del arte y la cultura derivada del COVID y para colmo, el tiempo se escapa. Como jamás en mi existencia, las horas se convierten en minutos y éstos en arena entre los dedos de un mundo que tampoco sabe por dónde empezar. Al menos no el mío, que es el mexicano, pero también el de la cultura y el de los mercados populares, a los que les he dedicado años de investigación y de trabajo. En mi universo del arte todo se ve mal. Como en cada recesión, el gobierno pasa a los generadores de cultura a tercer plano, y tal vez sea lo conducente, pero hay tiempos y hay maneras.
Los artistas y las personas que trabajamos en esto también generamos trabajo y de igual manera, recibimos el dinero para conservar nuestro techo, tener pan en la mesa y, en consecuencia, pagar impuestos. Sin embrago, en tiempos de supervivencia primaria, en vez de concentrarnos en nuestras familias tenemos que invertir energía en tratar de explicar por qué sí es importante mantener ciertos sistemas financieros para el sustento de los creadores, así como algunas instituciones que hoy más que nunca son necesarias para robustecer a nuestro país cuando esto se acabe.
Imagino que en el seno de familias cuyo hogar es un infierno por el encierro con miembros violentos o alcohólicos, les vendría muy bien el hambre por el conocimiento. De haberlo fomentado de manera asertiva, habría menos aburridos que tendrían ganas de leer, de pintar, de cantar mejor. Pero la gente no lo sabe porque no le enseñaron a cultivarse, dejándolos desprovistos de herramientas para la cuarentena.
En medio de esto, el Proyecto Chapultepec sigue adelante y costará 668 mdp. Tomemos en cuenta que Chapultepec ya está bonito y que el equipo completo que hoy requiere un médico cuesta $645.00 pero que sirve sólo ocho horas, y que un respirador vale $75,000.00. Con estas cifras, Gabriel Orozco, artista encargado del proyecto, podría ser un héroe si hablara con el presidente (a él sí lo escucharía) y le dijera entre otras cosas, que mejor compraran 1,035,658 equipos completos u 890 respiradores. Eso no afectaría el desarrollo de los creadores mexicanos y aliviaría un poco a la comunidad.
[nota_relacionada id=957693 ]En tiempos tan complejos como este, el papel de los artistas y de los intelectuales es el de ayudar a equilibrar las decisiones de los gobernantes, que para eso sirven las neuronas. Por tanto, querido Gabriel Orozco, ¿qué más da? En dado caso, no te faltará nada si AMLO se enoja contigo y te quedas sin ese trabajo, pero podrías evitar que alguien con quien trabajas falte para siempre. Somos muchos respaldándote para poner un antecedente. ¿Cómo ves, nos la aventamos juntos? Yo te apoyo.
POR JULÉN LADRÓN DE GUEVARA
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