Un informe del Banco Mundial de febrero señalaba que las personas viviendo en zonas de conflicto se han duplicado desde 2007, y estimaba que para 2030 casi dos tercios de los que padecen pobreza extrema habitarán zonas inestables. Una parte considerable de esas personas se encuentra en Medio Oriente: Libia, Siria y Yemen, Irak, y Líbano y Cisjordania-Gaza. Más recientemente, el reporte de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia Occidental sobre el impacto de COVID-19 amplifica el mensaje de un sombrío futuro sin intervención o asistencia masiva. Como resultado de la pandemia, se prevé un aumento de la inseguridad alimentaria en la región, del número de pobres en 8 millones 300 mil y de desnutridos en 2 millones.
La pandemia del COVID-19 ha dado oportunidad e inquietud política en países de Medio Oriente. De una parte, el contagio incipiente de la población se percibe como momento para castigar zonas de interés o afianzar el control sobre las mismas; de la otra, sirve para intentar treguas.
El presidente ruso, Vladimir Putin canaliza asistencia médica a Siria a la vez que fortifica su trato con Bashar al-Asad, con el que afirma su presencia en ese país y en Medio Oriente. Israel avanza con medidas para consolidar su control sobre aquellas partes de Cisjordania que busca anexar como parte del llamado "Plan de Paz" de Donald Trump.
Mientras tanto, Estados Unidos movilizó unos 40 millones de dólares en asistencia humanitaria de emergencia para Medio Oriente y África del Norte como apoyo al combate del COVID-19, pero excluyó a Cisjordania y Gaza de la lista. En Líbano, si bien los municipios están recuperando autonomía, todos los partidos políticos, despreciados por la mayoría de los libaneses, aprovechan la pandemia para ganar notoriedad.
Por otro lado, se llama al diálogo y se incentiva la cooperación. En Yemen, el enviado de la ONU, Martin Griffiths, intensificó sus esfuerzos para alcanzar un alto el fuego. Arabia Saudita negocia con las milicias hutíes, respaldadas por Irán. Los Emiratos organizan iniciativas para ayudar a Irán a contener el COVID-19. La aprobación reciente de la resolución "Seguridad para unificar" de la Asamblea General de la ONU contrasta con el individualismo que ha prevalecido hasta ahora en la respuesta de los Estados al COVID-19.
[nota_relacionada id=952643 ]Poco a poco, en Medio Oriente, algunos liderazgos, incluso los más autoritarios, se ven orillados a tratar la pandemia como una amenaza a la salud pública y no sólo a la seguridad del régimen. Un problema es que la falta de recursos debida a la caída de los precios del petróleo puede afectar sus opciones de política interna y exterior, y no queda aún claro en qué sentido o cuál dirección. Más que el fortalecimiento del autoritarismo, la crisis económica parece ser la amenaza que alerta de forma efectiva a los gobiernos de Medio Oriente.
POR MARTA TAWIL
INVESTIGADORA DE EL COLMEX
ORBE@HERALDODEMEXICO.COM.MX
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