Se detuvo el balón

Pareciera que en el ambiente sopla un tufo de orfandad; es como si nos hubieran arrebatado algo precioso. La pelota dejó de rodar y la enfermedad nos mandó a todos a casa. Es mucho castigo. La pandemia se extiende de manera brutal, poniendo en jaque al globo entero. Se detuvo el balón y con él los sueños de millones de mexicanos, ahora más preocupados por salvar la vida que por atender al mero divertimento.

La consigna es sencilla y razonablemente atendible: “Quédate en casa”, reza el eslogan; sin embargo, los guerreros del día con día, los que tienen que “chingarle” hoy y mañana también para poner algo de pan en la mesa de sus familias, están lamentablemente expuestos a la enfermedad. No tienen la vida resuelta y andan por la calle en la fase en la que, como en las guerras, la pelea es cuerpo a cuerpo.

Quienes tenemos la fortuna de trabajar en casa estamos conscientes de la enorme responsabilidad que pende sobre nuestros hombros. Lo sencillo se ha vuelto complicado. No salir amortaja. Cosas tan sencillas como caminar por la calle, saludar a los amigos o ir al bar de la esquina para tomar una cerveza, se han vuelto obstáculos infranqueables. El confinamiento, la estulticia de algunos gobernantes, la falta de contacto humano, el calor abrasante del mediodía defeño, hacen que naveguemos en mood novela de Albert Camus, aquel precioso existencialista franco argelino que amaba el futbol...

De lo demás, poco.

Apenas el lunes nos enteramos de la muerte del serbio Radomir Antic, a los 71 años de edad. Se desconoce si el deceso tuvo algo que ver con el coronavirus. Para muchos, la noticia habrá pasado inadvertida. ¿Qué tenía de especial Antic? Poca cosa. Dirigió a los tres equipos grandes de España e hizo del Atleti una máquina devastadora en la Temporada 1995-96, cuando conquistó la Liga y la Copa de la mano del incombustible Cholo Simeone, probablemente el mejor volante de recuperación en la historia colchonera. Aquel Atlético de Madrid que se batía cada 15 días a la orilla del Manzanares, fue el que terminó de enamorar a Sabina y José Tomás, personajes antagónicos a la arrogancia de los pijos de la Castellana. 

Otra noticia triste la dio la madre de Pep Guardiola, quien lamentablemente sucumbió ante la pandemia.

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Y en México, quién si no Miguel Herrera. El colorido técnico azulcrema ha dado la nota en los últimos días. Los medios parecen prestar inusual atención a su renovación de contrato. ¿Qué le vamos a hacer? El tipo es irremediablemente mediático.

POR JORGE MURRIETA
JORATLA@GMAIL.COM
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