El presidente no solo demostró el domingo que las principales líneas de su gobierno no cambiarán, sino incluso que el programa de la 4T y su estrategia gobierno se profundizan en sus aspectos esenciales.
El presidente acertó al resistir la tentación de precipitarse a rescatar a los grandes --típica de momentos de crisis--, y en cambio decidió poner el ojo en la realidad de los millones de personas más pobres que suelen ser llevados entre las patas.
Al anunciar que los programas sociales no se detienen y que su gobierno contempla una nueva serie de medidas más para proteger a los pobres, el discurso de AMLO fue consistente con su propia visión social.
El problema del discurso presidencial, sin embargo, es que el mundo y el país han cambiado de forma dramática desde que se elaboró el Proyecto Alternativo de Nación de AMLO. Hoy estamos frente a una crisis económica y social sin precedentes –probablemente la mayor de los últimos cien años— que nos obliga a todos a hacernos nuevas preguntas y buscar otro tipo de respuestas.
AMLO, lamentablemente, sigue en su programa y en su narrativa, aferrándose al mismo guion. De entrada, pensar que la crisis será pasajera y transitoria se antoja equivocado porque sabemos que podría durar al menos tres años. Afirmar que pronto se iniciará la recuperación económica y este año se podrán crear 2 millones de empleos parece fantasioso.
La eminente recesión global, las proyecciones de que el PIB en México podría caer entre un 4 y un 8% y perderíamos 7 millones de empleos obligan a la 4T a replantearse sus objetivos y sus medios para gobernar en tiempos de crisis.
¿Es razonable insistir en no aumentar impuestos siquiera a los más ricos? ¿Rehusarse a tomar deuda, aunque sea para proteger el empleo que generan las micro y medianas empresas? ¿Insistir en Dos Bocas en el contexto actual?
¿Más allá de coincidir en que sea el gobierno y no el pueblo quien se apriete el cinturón, será que la misma receta de austeridad republicana que dio frutos al principio del sexenio hoy pueda ser una respuesta frente a una economía yéndose a pique?
¿Cuánto más puede sacar el gobierno de suprimir aguinaldos de altos funcionarios, reducir aún más sus sueldos, bajarle a los ya reducidos viáticos y gastos en publicidad? No dudo que medidas como estas puedan tener un carácter simbólico, pero ¿qué tanto contribuirán a reducir el inmenso boquete que se abrirá en las finanzas públicas durante este negro 2020? [nota_relacionada id=955135 ]
El mundo entero ha tenido que reformular proyectos, cambiar prioridades y establecer nuevas estrategias de política económica. Este mismo fin de semana el Financial Times publicó una editorial en el que llamaba a establecer “reformas radicales que reviertan las políticas que han predominado durante las últimas cuatro décadas”, donde “los gobiernos deberán aceptar un rol más activo en la economía”.
Más allá del discurso antineoliberal del presidente, ¿no será que en el fondo se está resistiendo a abandonarlo en la práctica?
POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA
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