El suicidio, aparente, de López Obrador

Las posturas ante la crisis están claras: Los organismos patronales mediante el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) propusieron un plan, sustentado en el endeudamiento para México de más de mil 200 millones de pesos y la reorientación presupuestal para rescatar empresas, y el presidente Andrés Manuel López Obrador lo ha rechazado para afianzar su ruta de cero deuda, ampliación del apoyo a los más pobres, obra pública y la radical austeridad en el gobierno.

    Con la implementación del plan del CCE, según el documento entregado a López Obrador el 2 de abril, el país sólo decrecería “-2.5% y quizá hasta 0%”, tendría una inflación de entre 3% y 5%, un tipo de cambio de 21 y 22 pesos por dólar, una deuda/PIB de 50% y desempleo de entre 300 mil y 400 mil personas. 

    En cambio, sin las “medidas ambiciosas para la contingencia económica” propuestas, y que fueron rechazadas por López Obrador, el pronóstico es sombrío: Un decrecimiento de la economía de entre 7% y 10%, inflación de entre 6% y 10%, tipo de cambio de 25 pesos, deuda/PIB aproximadamente 50% y desempleo de entre 800 mil y un millón de personas.

    El plan que se implementará es el de López Obrador que, sin contratar deuda, se finca en ampliar la inversión pública y social, el pleno empleo y la profundización de la austeridad en el gobierno para dar apoyos sociales a 22 millones de mexicanos, otorgar 2 millones 100 mil créditos a pequeñas y medianas empresas, así como la generar dos millones de empleos con obras de infraestructura.

    En un contexto de las peores predicciones económicas, como las del CCE y los organismos financieros mundiales, para no citar los pronósticos de las oposiciones partidarias y mediáticas, el plan de López Obrador parece suicida, apenas una pala para cavar su tumba.

    Con un desplome de todas las actividades productivas por el aislamiento obligado por el coronavirus es casi irracional prometer que, en nueve meses, se generen dos millones de empleos.

    Eso lo saben los opositores que, en privado, están aufóricos: Por primera vez después del fraude del 2006, y tras su triunfo en 2018, López Obrador está a merced de sus enemigos en medio de la peor crisis en décadas y a un año del inicio de las campañas para la elección más grande de la historia.

    De cumplirse los pronósticos del CCE es previsible que Morena pierda la mayoría en la Cámara de Diputados, no gane las gubernaturas ni los congresos locales ni presidencias municipales en juego.  [nota_relacionada id=955084 ]

    Peor aún: El derrumbe de Morena en 2021 colocaría a López Obrador en el fin de su proyecto con la revocación de mandato, prevista para 2022, que se desarrollaría en medio de los efectos de la crisis.

    López Obrador no es un político que coma lumbre, pero su decisión de que por vez primera la crisis no la paguen los de abajo es tan audaz que la revocación de mandato pasó de ser, para la oposición, un perverso instrumento para su reelección a un mecanismo democrático que lo mandará a su finca de Palenque. 

Ya se verá. 

POR ÁLVARO DELGADO
ALVARO.DELGADO@PROCESO.COM.MX
@ALVARO_DELGADO

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