La expansión de la pandemia, el aislamiento que han realizado en la mayoría de los grandes países y la respuesta que como sociedad global estamos dando ante la emergencia sanitaria tendrán consecuencias, tanto a nivel económico como a nivel social, al corto y largo plazo.
El primer punto es responder asertivamente ante la expansión de la epidemia. El número de casos está creciendo en nuestro país y ya se están tomando las medidas necesarias para atender la emergencia. Gobiernos estatales y municipales empezaron hace semanas, pero fue hasta el anuncio del inicio de la Fase 2, el 25 de marzo, que el gobierno del presidente López Obrador tomó medidas oficiales.
No se debe perder de vista que el objetivo inicial, y aquí no debe haber titubeos ni retrasos, es proteger la vida y la integridad de las mexicanas y mexicanos. No es tiempo de ignorar o minimizar la amenaza. Ejemplos sobran. Por otro lado, esta realidad traerá consecuencias importantes en lo económico y es necesario prepararnos a tiempo y generar condiciones y programas necesarios para atenderlas.
Los dos decretos que publicó el Presidente responden sólo a medidas preventivas que se tomarán y los apoyos económicos que anunció se limitan a adelantar la entrega de programas sociales y un millón de microcréditos a través del programa de Tandas para el Bienestar, pero no será suficiente.
Se debe entender y reconocer que esto puede tener consecuencias durante años, pero a diferencia de otros países, la economía mexicana ya tenía problemas de confianza y de crecimiento desde que se canceló, a partir de una consulta ciudadana ilegal, la construcción del aeropuerto de Texcoco.
El año pasado la economía decreció sin crisis sanitaria y en 2020, con la baja de precios del petróleo, la mala administración de Pemex y las decisiones absurdas como la cancelación de la planta cervecera en Mexicali, ya es complejo el panorama económico. A lo anterior hay que sumar que el país y Pemex siguen bajando de nivel en las calificadoras internacionales y perdiendo confianza de los inversionistas.
Ante la nueva realidad se deben tomar acciones y priorizar lo que realmente importa. No bastará con apoyar a los actuales beneficiarios de programas sociales o con microcréditos de 25 mil pesos a microempresas o informales, se necesita un paquete serio de medidas —como lo han hecho otros países— y renunciar a algunos proyectos que caen en el absurdo (como la nueva refinería) para poder reorientar esos recursos.
Se debe implementar un seguro emergente de desempleo, prórrogas en las contribuciones de seguridad social e incluso en el cobro de impuestos (diferir por al menos tres meses las declaraciones anuales), aumentar los recursos para proyectos turísticos, dar créditos a pequeñas y medianas empresas, y cuidar la economía familiar.
Las economías emergentes son las más vulnerables y las que absorberán el mayor impacto de la crisis, es tiempo de tomar las medidas necesarias para evitar un daño mayor a corto y mediano plazo. Es tiempo de dar respuestas y de ser solidarios como país. [nota_relacionada id=953819]
POR JUAN CARLOS ROMERO HICKS
DIPUTADO FEDERAL Y COORDINADOR DEL PAN
@JCROMEROHICKS
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