La reunión fue cordial y hasta amistosa. Los presidentes del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar; del Consejo Mexicano de Negocios, Antonio del Valle, de la Asociación de Bancos de México, Luis Niño de Rivera, y Confederación de Cámaras Industriales, Francisco Cervantes, sentados a la mesa con el presidente López Obrador. El problema no fue la disposición a recibirlos. Les dio, incluso, más tiempo del que ellos pensaban tendrían. El asunto es que los oyó, pero no los escuchó.
Se sentaron a la mesa, pusieron a consideración un rosario de propuestas, pero una a una se las bateó el Presidente que ha decidido asumir el costo de lo que venga: emergencia sanitaria y crisis económica que podría golpear la estabilidad nacional, desencadenando crisis incalculables, marcadamente una de inseguridad; si no hay dinero, ley y autoridad pasarán a segundo plano.
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AMLO está aferrado a sus soluciones. Nada de lo dicho hizo que se moviera de sus posiciones. Quiere rescatar empleos, sí, pero sin apoyar a empresas que los generan. ¿Así cómo? Buscará inyectar capital a micronegocios, pero sin incentivos a empresas de mayor tamaño, de las que dependen las pequeñas. ¿Así cómo? Quiere inyectar liquidez, pero no halla de dónde sacar dinero. ¿Así cómo?
Los recursos de fideicomisos, programas sociales, combate a la corrupción y austeridad, que ayer enlistó como “solución”, no alcanzan. EU puso sobre la mesa, por ejemplo, 10% de su PIB para que su economía no se hunda. ¿Es demasiado? ¿Imposible para México? Quizá. ¿Qué han hecho otros países en AL? Chile ha dispuesto un paquete fiscal por 4.7% de su PIB; Perú, 2.1%; Brasil, 1.8%; Argentina, 1.5% (Goldman Sachs). Acá, no se ha anunciado un paquete fiscal, sólo parches, además de mantener programas sociales e inyectar créditos a través de banca de desarrollo por 63 mil 700 millones de pesos, apenas 0.2% del PIB.
Nuestro país no tiene liquidez suficiente, hay que pedirla prestada. ¿De dónde sacarla? El Presidente está negado a endeudarse. Tiene razones y las defiende. Pero hay formas de pedir prestado. México tiene una línea de crédito con el FMI. Se puede utilizar. El nivel de deuda externa es manejable. Está en 46% del PIB, subirla a 48% ó 49% es menos malo que nos golpee el tsunami. La deuda bien manejada, abre oportunidades.
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López Obrador asegura que vino “como anillo al dedo para afianzar la transformación” la emergencia sanitaria. Hablamos de muertes, enfermos, parálisis económica, pérdida de empleos, un caldo de cultivo para la violencia y el caos… pero el Presidente ve oportunidad. Puede ser que observe un escenario optimista como el que pocos apreciamos. Pero hablar de oportunidad con ligereza, no sólo es insensible e inadecuado, no es lo que un jefe de Estado que, se asume al mando, tendría que comunicar.
Las crisis sanitaria y económica aún son difíciles de dimensionar, pero la de violencia e inseguridad —que escalará por el mal manejo de los primeros dos— tendría que preocupar. Y el costo del peligroso coctel, por la manera de decidir y procesar, será de quien ha resuelto navegar en solitario y aislarse.
[nota_relacionada id=953570]POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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