¿Planea AMLO un autogolpe?

Es el autoproclamado demócrata que ve en la democracia un enemigo a vencer, ve conspiraciones cuando él es el gran conspirador

El momento es gravísimo para México. Los vaticinios sobre lo que viene en los próximos meses es algo que nadie puede predecir por la conjunción de factores internos y externos. Confederaciones de necios seguidores suyos le piden que acepte un acuerdo nacional ante la emergencia.

Fiel a sí mismo, les cerró la puerta. Pero abre otra puerta: pacta tolerancia con el Cártel de Sinaloa y expropia los fondos de fideicomisos, muchos de ellos de pensionados, fondos para catástrofes y de contingencias graves del país, para mantener sus improductivas y fantasiosas megaobras de una refinería, un tren y un aeropuerto, mientras se desliza hacia un régimen autoritario dispuesto a imponer su voluntad al país, contra viento y marea.

Teóricos que avalan los regímenes autoritarios, como Porfirio Muñoz Ledo, preparan el camino “conceptual” para un autogolpe de Estado en México, al llamar a la radicalización del modelo político y económico que construye AMLO. Si antes Muñoz Ledo justificó que Gustavo Díaz Ordaz masacrara a estudiantes el 2 de octubre del 68 para “defender la República”, hoy tranquilamente pregona el golpe de Estado para “defender el programa de la Cuarta Transformación”.

La gravedad de la situación nacional estriba en la conjunción de pandemia de COVID-19, recesión económica el incremento en la violencia criminal a nivel nacional. Ante la incertidumbre interna y la complejidad del entorno internacional, la desesperación y angustia se apodera de los gobernantes, entre otras razones por su caída sostenida de popularidad.

El país resentirá estragos de una economía en recesión. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe pronostica un crecimiento negativo de 6 por ciento para este año. El desplome del precio del petróleo y la devaluación de la moneda afectará negativamente el nivel de vida de todos los mexicanos.

El gobierno enfrenta la realidad de que, bajo su liderazgo, México padecerá más pobreza que antes. Y todo por mantener megaobras inútiles y programas sociales diseñadas para manipular a los beneficiarios. Además, hay graves situaciones de violencia. Los servicios de inteligencia nacionales e internacionales registran un incremento de los enfrentamientos armados entre grupos criminales intentando apoderarse de nuevos espacios de dominio en toda la República.

La paz narcótica pactada recientemente en Badiraguato asegura que continuará la violencia. En ese punto estamos. Entrando al túnel del tiempo de convergentes crisis que van a determinar el rumbo del resto del sexenio.

Encaminado por ese rumbo, el Presidente empieza a tentar las aguas del autoritarismo, pues pierde el control del país y lo sabe. Ha mostrado una total falta de empatía con la ciudadanía en su momento más desesperante. Su frase “la crisis cae como anillo al dedo para llevar a cabo la transformación”, es un rezo al oportunismo para alcanzar su propósito de imposición autoritaria, bajo la negra sombra de pandemia, recesión y violencia.

Para millones de mexicanos ese “anillo al dedo” significa desempleo y cancelación de futuro. Además de falta de empatía, se niega a reunirse con la oposición, esa oposición que critica todos los días. Contrasta con otros Presidentes latinoamericanos que se reúnen con partidarios y opositores para unir a sus países.

El mexicano no se reúne con los líderes de los partidos de oposición, ni con sus legisladores. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Confederaciones de necios que siguen creyendo en “su liderazgo” no entienden que vive fantaseando que controla al país y opina que no tiene por qué acordar nada con nadie. Menos con ellos. Desprecia a los empresarios, negándose a buscar soluciones a las presiones económicas que enfrentan cuando le plantean soluciones.

Exige le regalen millones de pesos para su sorteo y que paguen salarios completos a sus empleados, aunque no tengan ingresos, pero no les ofrece respiro temporal a sus obligaciones fiscales por los cierres forzados. El 85 por ciento de los empresarios tiene micro, pequeñas o medianas empresas, pero los trata con la punta del pie. No es capaz de reconocer que la crisis empezó con sus políticas económicas equivocadas. Ataca a la prensa sin medida, pensando, paranoicamente, que lo quiere destronar.

Es un gobernante nervioso que ve conspiraciones por doquier. Es el autoproclamado demócrata que ve, en la democracia, un enemigo a vencer. Ve conspiraciones cuando él es el gran conspirador. Ahora se asoma la irritación en los cuerpos castrenses.

Su deferencia a la madre de El Chapo Guzmán confirma lo que muchos en las filas del Ejército y la Marina piensan: que está, objetivamente, aliado al narcotráfico, sin importarle el sacrificio en vidas de soldados y marinos ni el sufrimiento causado a sus familias.

Lleva a México a un futuro próximo caótico, incierto y pernicioso. Sigue polarizando y enfrentando como si tuviera un plan secreto. ¿Instrumentará un autogolpe, con o sin necios seguidores? [nota_relacionada id=950132]

POR RICARDO PASCOE

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@RPASCOEP

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