La crisis y el anillo al dedo

El presidente López Obrador dijo que la crisis les vino “como anillo al dedo”. Se interpreta que aprovechará la coyuntura para confrontar a sus adversarios

Basta entrar a cualquier sitio de noticias para contagiarse del pesimismo. Todas las publicaciones dan cuenta del sombrío panorama que enfrentarán las economías a nivel global y sus terribles consecuencias sobre el empleo. El mundo está siendo forzado a transformarse, y país que no se adapte, pagará caro la recuperación.

Tomo como referencia varios escritos de Martin Wolf, el principal columnista económico de The Financial Times. Señala que estamos ante “una catástrofe de la que no nos recuperaremos realmente por décadas”. Agrega que los líderes mundiales cometieron demasiados errores en los últimos meses y es pesimista que respecto a que ese comportamiento cambie. Avizora la depresión económica más grande de la historia y, con una pandemia en crecimiento, costos sociales enormes.

Estamos ante una situación extraordinaria que requiere para enfrentarla medidas extraordinarias. Andrés Manuel López Obrador aprovechará su informe trimestral de mañana para dar detalles del plan de salud y el plan económico para encarar al COVID-19. Dados varios hechos de los últimos días, hay pocas señales de que lo que se presente pueda estar a la altura de las circunstancias.

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Los equipos económicos de la Secretaría de Hacienda y la Oficina de la Presidencia han estado trabajando horas extras para hacer las proyecciones y formular las líneas de acción que anunciará el Presidente, pero no hay unanimidad.

Mientras en una parte se pugna por ir a la par de otras naciones en apoyos a todas las empresas, como exenciones fiscales, en otra parte persisten muchos prejuicios, ideas mal concebidas y mucho recelo hacia la clase patronal del país.

Esto da como resultado un programa incompleto que no será una solución integral.

El jueves por la tarde, los líderes de las cámaras empresariales de élite acudieron a una reunión en Palacio Nacional. Le mostraron al Presidente y a Alfonso Romo un paquete de propuestas que no transitaron. Sus caras lo decían todo, al salir ya de noche. La IP llevaba un plan de acción que abarcaba 90 días; López Obrador les reviró que irán viendo todo mes a mes. También les dijo confiar en que no caerá la recaudación fiscal; los capitanes creen lo contrario. Ellos no pedían cancelaciones del pago de impuestos, pero sí diferir el cumplimiento de prestaciones sociales. Recibieron un no rotundo. La reunión terminó con un “a ver quién tiene la razón”.

El Presidente dijo que la crisis por la pandemia de COVID-19 les vino “como anillo al dedo” para afianzar la lucha contra la corrupción y la injusticia en el país. Se interpreta que aprovechará la coyuntura para confrontar a sus adversarios, entre ellos, los empresarios que no se han pegado a su proyecto. Ojalá no.

Así como dijo que dejaría la política a un lado para que los científicos diseñaran la estrategia para paliar los efectos de la pandemia, debería escuchar a los expertos económicos. De lo contrario, la cuarta transformación quizá no será la que México esperaba. [nota_relacionada id=951115]

POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ 

CARLOSZUNIGAPEREZ@GMAIL.COM

@CARLOSZUP

eadp

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