Volveremos a abrazarnos

Hoy tenemos que extremar precauciones y permanecer en casa, tener reuniones remotas, trabajar a través de la pantalla

En su columna del sábado titulada “Después de la guerra”, Manuel Castells, sociólogo y economista español, hace una interesante analogía entre la pandemia actual y la guerra. Plantea que la guerra terminará, esta guerra contra este virus invisible también terminará, y que lo importante sería saber cómo, cuándo y cuáles serán las consecuencias, pero sostiene que nada será como antes. Coincido con este catedrático, sé que todo esto pasará y estaremos bien. Volveremos a abrazarnos.

Sin embargo, también sé que en estos momentos no se alcanza ver la luz al final del túnel, vivimos en medio de la incertidumbre, aún no sabemos cuáles serán las implicaciones económicas, sociales y de salud. Hoy tenemos que extremar precauciones y permanecer en casa, tener reuniones vía remota, trabajar, comunicarnos, informarnos a través de una pantalla. Sabemos que hay millones de personas sin las condiciones para quedarse en su hogar porque salen a trabajar para cubrir sus necesidades básicas.

Aunado a lo anterior, la sobreinformación, las fake news, los vacíos de comunicación oficial oportuna y certera han generado pánico y ansiedad entre sus habitantes. Se pudo observar riñas en supermercados en Australia y en EU, comenzamos a saber de actos vandálicos en México y Centroamérica, psicosis colectiva dentro de un transporte colectivo en contra de personal de salud en Guadalajara y un sinfín de atrocidades sociales por causa de esta pandemia, o mejor dicho, por el miedo que produce la pandemia y todas sus especulaciones.

Y es que el miedo, en su lado más extremo, ya convertido en pánico, puede resultar muy dañino y contagioso; en lo colectivo o al interior de cada individuo alcanza a provocar que salgan a relucir los instintos más bajos del ser humano y de la sociedad. Pero también, existe el otro lado de la moneda, y las experiencias nos tocan a la puerta para recordarnos que los mexicanos somos más fuertes y unidos ante estas adversidades, ya sucedió en los sismos del 19 de septiembre y en los múltiples huracanes que han azotado gran parte del territorio nacional. Estoy segura de que cada día estamos más cerca de volver a abrazarnos.

De otra cosa que también estoy segura es de que este distanciamiento social, y ahora confinamiento, cambiará profundamente nuestra manera de relacionarnos, ya no nos veremos de la misma forma. Reconoceremos la importancia para el país de las grandes empresas y seremos más sensibles con los comercios locales, con las personas que trabajan en mercados y tianguis, con el personal de limpia de las ciudades, con las doctoras, doctores y el personal de salud, con nuestros cuerpos policíacos y bomberos.

De manera familiar e individual, estrecharemos los lazos con nuestros seres queridos. Visitar a nuestros padres será distinto y con mayor intensidad, el café con nuestras amistades, las charlas con nuestra pareja, el entendimiento de nuestros hijos. Apreciar las cosas bellas y simples de la vida, como una caminata por las calles, observar los atardeceres, ejercitarse al aire libre, el disfrute de los tiempos de ocio, la lectura y, por supuesto, volver a abrazarnos.

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POR ADRIANA SARUR
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@ASARUR

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