Convertida en villana de la película y sucesora de la extinta Unión Soviética como rival de Estados Unidos, la República Popular China tendrá un papel importante en las elecciones estadounidenses, aunque seguramente no el que quisiera.
Estará en el eje de las acusaciones que ya han intercambiado, y sin duda intercambiarán, el presidente Donald Trump como aspirante a la reelección, y el virtual candidato presidencial demócrata, el exvicepresidente Joe Biden.
Pero a diferencia de la URSS, China tiene una compleja interrelación económica y comercial con Estados Unidos, subrayada por el negativo impacto internacional de los diferendos comerciales surgidos entre ellos.
El problema de Trump está ahora en revelaciones de que una de las empresas en la que participa debe 211 millones de dólares al Banco estatal de China, como parte de un préstamo de refinanciación hipotecaria por casi mil millones de dólares.
El edificio de 43 pisos, en el 1290 Avenue of the Americas, abarca una manzana entera. Trump posee 30% de la propiedad, que vale más de mil millones de dólares.
La participación propietaria de Trump en el edificio era conocida antes de 2016, pero el acuerdo con el Banco de China en 2012 pasó desapercibido. Según el diario electrónico politico.com, "las preguntas en torno a los lazos de Trump con el Banco de China surgen cuando su campaña afirma que Biden sería un regalo para el país comunista y el principal rival económico de Estados Unidos".
De acuerdo con Trump, "China será dueña de Estados Unidos" si Biden es electo presidente el próximo 3 de noviembre.
La revelación puso en problemas una de las líneas de ataque de Trump contra Biden, en torno a informes divulgados el año pasado de que el hijo de Biden, Hunter, estuvo en una asociación en la que participaron empresas estatales chinas.
Las acusaciones de Trump nunca progresaron, en parte porque el hijo problema de Biden no obtuvo beneficios de esa asociación y tampoco hubo evidencia de favores de Biden a China cuando era vicepresidente, y por el reporte sobre su deuda con China. Pero el plazo de pago del préstamo chino vence a mediados de 2022, durante lo que sería el segundo período presidencial de Trump.
"A pesar de su retórica, Trump es un participante y un beneficiario del sistema económico global que él culpa por el destripamiento de la clase media estadounidense", consigno el semanario The NewYorker.
Las inversiones financieras chinas en Estados Unidos, que financian los edificios de oficinas de Trump y desarrollos similares de alta gama, "son la imagen reflejada del déficit comercial que le ha costado a Estados Unidos, y a las regiones que respaldan a Trump en particular, millones de empleos": Estados Unidos paga los bienes fabricados en China, que utiliza esos recursos para invertir y hacer préstamos a empresarios estadounidenses. Como Trump.
[nota_relacionada id=966159 ]
POR JOSÉ CARREÑO
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
lctl