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Desde el sur. Liderazgo político en tiempos recios

OPINIÓN

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Esta pandemia ha dejado en evidencia no sólo la vulnerabilidad de nuestros sistemas económicos y de apoyo social, sino también a nuestros políticos y sus ideologías.

Cuando los líderes de Estado actúan a la altura de su encargo tienen el poder para guiar a su país a buen destino y salvaguardar la vida de sus gobernados. Cuando por el contrario, actúan con irresponsabilidad, ponen en peligro presente y futuro de sus naciones.

Los tiempos recios son una oportunidad para fortalecer el liderazgo, so pena de ser testigo de la propia ruina. Está el caso del expresidente Barack Obama después de la debacle económica de 2009. En un ejemplo más reciente, en el tema del Coronavirus, está la consolidación del liderazgo de Alemania y Corea del Sur en el escenario mundial.

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 Por ello resulta imperativo analizar el caso del presidente Donald Trump en Estados Unidos, país que hoy es el epicentro mundial de la pandemia; no sólo para comprender cómo funcionan estas relaciones de liderazgo, sino por sus similitudes, cercanía geográfica, así como por la complejidad de la relación que hay con México.

El próximo noviembre se realizarán las elecciones presidenciales. Trump competirá para un segundo periodo de cuatro años y a pesar de que goza de una popularidad del 93 por ciento entre los republicanos, a nivel general, sólo el 43 por ciento de los ciudadanos aprueba su gestión ante la pandemia.

Sus cifras continúan a la baja. El país norteamericano se encuentra profundamente dividido y eso juega a su favor, ante una oposición demócrata que no se logra poner de acuerdo en su identidad y agenda política.

Por eso la opción más segura para el presidente es administrar sus pérdidas. Ya suspendió sus ruedas de prensa diarias: la sobreexposición mediática le estaba jugando en contra, con las cifras de muertes acumulándose alrededor de las 53 mil personas. Se le suman sus desafortunadas declaraciones, entre las que figura estelarmente su reciente propuesta de inyectar desinfectante en los enfermos de Covid-19 como método para combatir el virus. La realidad es que su gobierno reaccionó tarde, sin un plan concreto y dejó un vacío entre las instituciones, lo cual contribuyó a una escalada de contagios.

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Además de las fallas inherentes al propio sistema de salud estadounidense, al que una gran parte de la población no tiene acceso. A medida que la presión aumenta, crece también la preocupación por la economía. Se refleja en los reclamos de las empresas por la reapertura de las cadenas de producción, muchas de las cuales comienzan en México. En pleno pico de contagios entre las dos naciones, hablar de una apertura económica es complicado. Pero cuando un político está desesperado por ganar popularidad e improvisa, es propenso a cometer errores. La situación también le concierne a México, y nuestro mandatario parece tener muchas coincidencias con nuestro vecino del norte. Tal vez más de las que debiera. Pero ese es otro tema.

POR GEORGINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ

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