Lo que no se mide, no se puede conocer. Así de sencillo es el razonamiento que nos lleva a cuantificar lo que tenemos y lo que no, para establecer aquellas estrategias destinadas a resolver determinado problema. La lógica que supone que con un número limitado de pruebas aplicadas a pacientes con posible contagio de coronavirus es posible extrapolar e identificar cuántos más están infectados por el virus simplemente no se sostiene.
No se trata de una encuesta, ni de un universo fácilmente detectable en función de las pocas pruebas aplicadas a aquellos que en nuestro país se consideran como “sospechosos” de contagio por coronavirus. Ubicar a las personas que tienen el virus y sus contactos inmediatos durante varios días, exige la realización de miles de pruebas y el rastreo de otros más y es, junto con el distanciamiento social, la única forma de disminuir los casos de contagio.
El problema radica en que no se tuvo la prevención de adquirir suficientes pruebas y que en este momento parecería ser que la prioridad sería ir por los respiradores para evitar un mayor número de muertes para cuando lleguemos al pico del contagio. Sin embargo, la tendencia mundial indica que una necesidad no puede sustituir a otra. Tanto las pruebas de detección como los respiradores son hoy armas vitales contra el enemigo biológico, y si no se actúa en los dos frentes difícilmente será posible ganar la batalla con bajas reducidas.
Es exactamente lo mismo que pasa en el ámbito económico donde la parálisis obligada requiere de un apoyo fiscal por parte del Estado, sin el cual tanto la economía formal como la informal se verán impedidas para generar lo mínimo indispensable para sobrevivir. Esta es otra prueba, la de supervivencia ante la falta de ingresos que provoca el distanciamiento social.
Sólo con recursos provenientes de los impuestos que pagamos los formales, más la suspensión de obras que hoy no son indispensables como el tren Maya o la refinería de Dos Bocas, más la posibilidad de un endeudamiento moderado, será posible salvar a millones de personas con o sin empleo formal siempre y cuando estos recursos se canalicen a través de programas adecuados y no repartiendo dinero de forma indiscriminada.
En todo caso, la necesidad de aplicar pruebas y más pruebas es además indispensable para descartar que los casos de coronavirus se confundan con neumonías atípicas o influenza . Si no lo hacemos corremos el riesgo de vernos rebasados en nuestra capacidad hospitalaria e incluso económica, lo que sería catastrófico. No hay de otra, pruebas, pruebas, más pruebas, rastreo, y apoyo fiscal. No hay de otra.
[nota_relacionada id=946968]POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT
eadp