El FMI prevé un brote de protestas por políticas insuficientes ante la crisis. El mundo encara un largo y doloroso camino para recuperarse de la pandemia de COVID-19, y antes de que haya una mejoría, la situación económica, social y de salubridad empeorará.
Latinoamérica y África aún están lejos de llegar al pico de contagios y decesos; de hecho apenas comienzan la subida en una montaña rusa cuyo final es incierto. China y Europa no tienen claro cuál es la mejor vía para volver a la normalidad, pues el riesgo de una segunda ola de contagios está latente.
Esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio las proyecciones más catastróficas en sus 75 años de historia: la economía mundial caerá 3% y experimentará la peor recesión desde la Gran Depresión de 1930, sobrepasando la crisis financiera global de hace una década”.
Para Latinoamérica las previsiones son nada alentadoras, la economía de la región se reducirá 5.2% este año y se cree que la crisis sanitaria provocará una “década perdida”.
Ante la paralización de fábricas y actividades no esenciales, el abastecimiento de comida pende de un hilo y el riesgo de hambrunas crece.
En Estados Unidos el suministro de carne está al límite, y al menos una docena de empresas reporta cierres en sus plantas de procesamiento. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que los países importadores de alimentos serán los más afectados. Peor aún, Oxfam asegura que 500 millones de personas en todo el mundo están en riesgo de caer en la pobreza.
Por si fuera poco, el FMI alerta de un muy posible brote de protestas; ¿por qué?, por las políticas insuficientes de algunos países para mitigar la crisis; la parálisis es un caldo de cultivo para el descontento social: en las últimas horas, varias ciudades de Colombia, como Medellín, Bogotá y Cali reportaron intentos de saqueos, bloqueos y reclamos por falta de apoyo alimentario. En Sudáfrica, el martes la Policía disparó balas de goma y gas contra manifestantes que pedían comida.
Para el FMI, el estallido social se espera en “países con un historial de corrupción generalizada, falta de transparencia en las políticas públicas y pobres prestaciones de servicios”, y es que en Latinoamérica, la pandemia vino a poner en pausa las protestas más graves en años, la más intensa en Chile, donde está pendiente la construcción de una nueva Constitución.
Otra penosa secuela del COVID-19 es que se esperan muchas muertes más de forma indirecta, pues los servicios sanitarios pusieron en pausa la atención a otras enfermedades. África, por ejemplo, también lidia con altas tasas de VIH, brotes de ébola y la tuberculosis.
En el mundo, el confinamiento y la recesión alimentan las tensiones dentro de las familias: niños y mujeres son las víctimas de la violencia doméstica.
La del COVID-19, más que una crisis de salud, es una crisis humanitaria. [nota_relacionada id=977323]
POR ALEJANDRA MARTÍNEZ
ALEJANDRA.MARTINEZ@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ALEJANDRAMTZ_87
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