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Empatía y equidad

La emergencia que hoy vivimos afecta en mayor medida a los pobres, quienes, históricamente, también tienen menos acceso a servicios de salud

OPINIÓN

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Me sorprende la cantidad de mensajes en redes sociales con críticas a quienes no se quedan en casa. Es cierto, seguir esta recomendación nos permitirá ganar tiempo, de cara a la Fase 3, pero el meollo es que estos comentarios parten de una visión sesgada, desde la comodidad que otorga el privilegio de tener empleo y la despensa surtida.

De acuerdo con cifras oficiales, la tasa de informalidad en febrero fue de 56.3 por ciento, lo que significa que más de 31 millones de personas no tienen un ingreso fijo ni prestaciones.

Este sector, llamado informal, está conformado por trabajadores independientes que ofrecen productos y servicios de toda índole, y que no perciben ingresos si no laboran. La naturaleza misma de su trabajo los expone al contagio, pero no pueden parar porque no tendrían para comer.

Debemos tomar en cuenta que nuestro país tiene una deuda histórica con los 60 millones de víctimas de políticas neoliberales, que hoy están sumidos en la pobreza.

Son hombres, mujeres, niños y familias enteras que tienen apenas lo suficiente para sobrevivir; que gastan la mitad de sus ingresos en alimentos.

El resto, se les va en vivienda, salud, educación y servicios. No alcanza para más. Como dato, quienes más tienen, destinan 25 por ciento de sus ingresos a su alimentación.

La emergencia que hoy vivimos afecta en mayor medida a los pobres, quienes, históricamente, también tienen menos acceso a servicios de salud.

De acuerdo con un informe de la Organización Panamericana de la Salud, en la región hay diferencias abismales relacionadas con el género, la identidad indígena y afrodescendiente, el nivel de educación, los ingresos, la riqueza, las discapacidades y la sexualidad.

Como dato, en Baltimore, Estados Unidos, “hay una brecha de 19 años de la esperanza de vida entre aquellos que viven en las zonas más desfavorecidas y aquellos que viven en las más ricas”, ejemplifica el informe.

La Cepal prevé que la emergencia sanitaria podría generar 35 millones de pobres en América Latina, por su impacto en las exportaciones, el turismo, los suministros, el precio de los productos y la inversión.

Una situación como la que vivimos demanda la participación de todas y todos. Debemos ser empáticos con quienes trabajan por su cuenta y con aquellos que no pueden cambiar su lugar de trabajo, como las y los empleados domésticos, comerciantes u operadores de transporte público.

Ellos se suman a una gran cantidad de trabajadores, formales e informales, de quienes depende la ciudad, desde el personal médico hasta los que mantienen en funcionamiento servicios públicos, caminos y vías de comunicación, y quienes producen, distribuyen y comercializan alimentos.

Hoy, más que nunca, debemos recordar que la equidad debe ser un componente básico de la sociedad que queremos construir. [nota_relacionada id=973180]

POR CIRCE CAMACHO BASTIDA

COORDINADORA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PARTIDO DEL TRABAJO EN EL CONGRESO DE LA CDMX

@CAMACHOCIRCE

eadp

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