De acorazado a barquito de papel

El tiempo transcurrido de este sexenio se ha encargado de desmentir la engañosa publicidad política

El gobierno de la Cuarta Transformación está cosechando aceleradamente —en forma de críticas y pérdida de popularidad— las tempestades que provocó al sembrar vientos turbulentos, hechos de interminables promesas que supuestamente “garantizaban” al país que sus recetas serían como aquellas pomadas milagrosas que curan todos los males.

No fueron prudentes ni veraces los promotores oficiales que adornaron los cambios constitucionales y legales con multicolores y llamativos moñitos fabricados con algunas verdades —pocas—, medias verdades y mentiras, todo con el propósito de convencer a la sociedad de que los morenistas del siglo XXI son la gran generación que México estaba esperando; los únicos que podían combatir la corrupción, erradicar la miseria, enfrentar con éxito a la delincuencia organizada y desorganizada…

Obsesionados por el sueño de pasar a la historia en olor de santidad política, los ineptos funcionarios que integran el gabinete legal y ampliado pretendieron que los mexicanos comulgaran —comulgáramos— con una rueda de molino, que es la dimensión real de los problemas económicos, políticos y sociales, algo intragable. El tiempo transcurrido de este sexenio —poco más de un año— , se ha encargado de desmentir la engañosa publicidad política.

Nada ni nadie ha podido hacer entender a los “estrategas” de la propaganda oficial que más pronto cae un hablador que un cojo, o para decirlo de manera más digna, en palabras de Abraham Lincoln: “Es posible engañar a una parte del pueblo todo el tiempo, y es posible engañar a todo el pueblo una parte del tiempo, pero es imposible engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.

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El caso, el triste caso, es que el supuesto acorazado que transportaba el paquete de reformas y programas de todo tipo, incluyendo los sociales, está demostrando su verdadera estructura: el de un ligero e inestable velero a merced del viento; azotado por la tempestad causada por el coronavirus y la caída de los precios del petróleo, se ha convertido en un barquito de papel que navega a la deriva.

En este contexto, o, mejor dicho, en medio de la tormenta, el presidente Andrés Manuel López Obrador plantea adelantar la revocación de mandato para 2021, en lugar de 2022. Los analistas bisoños dicen que porque ya se quiere ir. Pero en realidad lo que quiere es quedarse.

AGENDA PREVIA

El diputado René Juárez Cisneros mandó —a través de sus redes sociales— un mensaje a todos los mexicanos: “El único pacto que hoy tiene que existir es la solidaridad con el personal médico y de enfermería en nuestro país…”. Y demandó: “Olvidémonos de politiquerías y de ambiciones electorales. En esta contingencia primero está México y los mexicanos”. ¿O sea?

Ni a los dueños de los laboratorios farmacéuticos perdona el coronavirus. Ayer falleció Juan Javier Macklis Mercado, presidente y director general del laboratorio Victory Enterprises de Tijuana, y socio de AMELAF.

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POR LUIS SOTO
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