¿Cuándo volver a la normalidad?

Una forma de regresar a la normalidad pasa por el incremento de las pruebas

Las ansias por volver a la normalidad han convertido a la pregunta en una constante de cada una de las conferencias de prensa del gobierno. ¿Cuánto va a durar el encierro?

Lo primero que tenemos que asumir es que el mundo cambiará después de los efectos económicos y sociales de la pandemia, por lo que la normalidad no será necesariamente lo que conocíamos. Lo segundo, es que el regreso a esa “normalidad” no será pronto, será paulatino y requerirá de mucha cooperación de los ciudadanos. Incluso si se consiguiera aplanar la curva, volver a la vida cotidiana sin ajustes no hace ningún sentido mientras no exista una vacuna. En el momento en el que se retiren las restricciones, los contagios volverían.

Expertos empiezan a sugerir alternativas y coinciden en que la única forma de regresar a la vida fuera de casa pasa por un incremento acelerado de las pruebas. El Premio Nobel de Economía Paul Romer ha publicado un modelo de contención que sugiere que todo ciudadano se someta a una prueba cada dos semanas a fin de detectar rápidamente los casos positivos y aislarlos. Este número de pruebas es actualmente imposible para cualquier país y mucho más para aquellos que no han aumentado su capacidad de pruebas. Para México, por ejemplo, este modelo representaría hacer más de 8 millones de pruebas diarias. Hoy no hemos llegado a cincuenta mil pruebas realizadas en total.

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Otras propuestas son menos ambiciosas, no sugieren una vuelta a la normalidad, pero al menos sí la posibilidad de volver al trabajo y a las escuelas. La Universidad de Harvard y el Center for American Progress apuestan por la tecnología vinculada con pruebas solo a las personas sintomáticas. Las iniciativas proponen que todos los ciudadanos deberían descargar en su celular una aplicación para escanear un código cada vez que entran al transporte público, a una oficina, taller o fábrica. Si una persona resulta positiva en una prueba, todas las personas con las que estuvo en contacto en el transporte o en el trabajo, serían inmediatamente notificadas y aisladas.

Algo similar ha hecho Singapur, donde se ha puesto a disposición de los ciudadanos una aplicación que detona una alerta si el usuario se encuentra a menos de dos metros de alguien que resultó positivo.

Todas estas iniciativas parten de una premisa… que el gobierno tiene la capacidad de hacer pruebas, al menos, a las personas con síntomas.

Independientemente de cuándo podamos volver y de los retos tecnológicos, la ruta parece ser clara: necesitamos aumentar el número de pruebas. El método centinela sirve para tener información estadística, pero no sirve para contener los contagios. Mientras no haya una vacuna a la vista, México debe tomarse en serio la necesidad de hacer pruebas. De otra forma, el encierro podría ser mucho más que una temporada.

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POR FERNANDA CASO
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