La crisis humanitaria a la que nos enfrentamos, seguramente la más profunda que viviremos como generación, presenta desafíos inconmensurables para todos los seres humanos. Tenemos un enemigo común, que no distingue raza, situación económica, preferencia política, ideología, religión. La pandemia ocupa nuestra mente, nuestro tiempo, nuestra conversación. Acecha la economía y la estabilidad de las familias, arrasa con planes y propuestas, desmorona estrategias, deshace compromisos y arruina negocios. La omnipresencia del virus deprime, entristece, enoja. Y amenaza con arruinar el futuro.
En estos momentos la realidad nos interpela, y exige de hombres y mujeres respuestas y compromisos. Es hora de redescubrir la era de la fraternidad y de asumir de manera corresponsable tareas comunes. Desde la familia, hasta los organismos internacionales, desde el vecindario hasta el Parlamento, desde la parroquia hasta la Catedral. Todos nos necesitamos.
En un esfuerzo por convocar voces y voluntades, un numeroso grupo de católicos latinoamericanos con responsabilidades políticas hemos firmado un Manifiesto, desde nuestra identidad cristiana, reconociendo que somos parte de sociedades democráticas, plurales y laicas, ofreciendo nuestra aportación en la búsqueda de caminos de esperanza, en unidad.
El Manifiesto surge del compromiso con el bien común y la urgente necesidad de ver por los más pobres y vulnerables, ya que serán ellos quienes más sufran este drama; no pueden aislarse por tener que salir a buscar el pan, se están quedando sin empleo, no tienen acceso al sistema de salud. Hay que organizar la solidaridad, y avanzar hacia la construcción de un nuevo pacto social, basado en la solidaridad y la fraternidad.
Reconocemos que los políticos estamos llamados a ser constructores de puentes y apreciar el diálogo como camino que nos enriquece, que debemos rechazar cualquier atisbo de polarización, porque las divisiones no se encuentran entre izquierdas o derechas, sino ‘entre aquellos que están dispuestos a sacrificar a sus conciudadanos por agendas personales, de grupo o de partido, y aquellos que han entendido que la hora dramática de nuestra generación, nos debe unir para poner en primer lugar el interés de nuestros pueblos.’
Firmamos este Manifiesto sustentados en la virtud de la esperanza, que es mucho más que mero optimismo, como lo expresó el Papa Francisco en su Homilía de la Vigilia Pascual: “Esta noche conquistamos un derecho fundamental que no nos será arrebatado, el derecho a la esperanza”. Sabemos que de esta pandemia habrá de surgir un mundo más colaborativo, más solidario, y más democrático.
Los conceptos aquí vertidos están tomados del “Manifiesto de Católicos Latinoamericanos con Responsabilidades Políticas”, cuyo texto completo se puede consultar, y suscribir, en http://www.liderescatolicos.net/manifiesto
[nota_relacionada id=942710]POR CECILIA ROMERO
COLABORADORA
@CECILIAROMEROC
eadp
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