El brote del COVID-19 establecerá un nuevo orden y balance de poder del sistema internacional. Es evidente que este virus ha causado una crisis profunda de salud pública y económica, pero a mi parecer, viene acompañada de una tercera, la política. Hemos sido testigos de cómo la estructura neoliberal construida después de la Segunda Guerra Mundial, cuyo objetivo era establecer una interdependencia económica entre países a través de organismos multilaterales con el fin de que la cooperación imperara sobre el conflicto, queda aun más debilitada ante esta pandemia.
Gobiernos alrededor del mundo han impuesto restricciones a la exportación de suministros médicos y han adoptado medidas proteccionistas para asegurar que sus ciudadanos cuenten con el equipo necesario para enfrentar esta crisis. Se esperaría, bajo la premisa de cooperación del actual orden global, que países desarrollaran una estrategia en conjunto y coordinada para abatir al enemigo en común. Sin embargo, una cantidad importante de estados se han recluido dentro de sus fronteras y velan únicamente por sus propios intereses. Ante la incertidumbre y desconocimiento de este virus, el orden internacional regresa a la lucha por el poder y a un juego de suma cero, donde la ganancia de unos es proporcional a la pérdida de otros.
Lo más interesante es que esta pandemia ha demostrado que los grandes defensores y arquitectos del sistema global neoliberal serán los culpables de su eventual erosión. El coronavirus ha puesto en duda tanto la coherencia de la política comercial internacional, al igual que a la ideología y a los valores que sostienen al orden global actual.
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Aunando a esto, la ausencia de liderazgo de Estados Unidos bajo la política de America First de Trump deja acéfalo y sin dirección al sistema internacional. En lugar de ejercer su dominio único a nivel global, la Casa Blanca se suma a la banda de gobiernos que prohíben compartir material sanitario con el exterior y se encierra de nuevo ante el mundo. Como si no fuera suficiente, Trump se ha dedicado a desprestigiar a la Organización Mundial de la Salud, amenazando con cortarle el apoyo financiero por ser muy chinacéntrica.
Y ahora, China desvía la atención de donde se originó la pandemia y se aprovecha de esta coyuntura para opacar la supremacía mundial estadounidense y posicionarse como la potencia benéfica que apoya a las naciones que requieren de ayuda en uno de los momentos más críticos de la historia moderna.
[nota_relacionada id=969167 ]Parece que el coronavirus llego para exhibir la debilidad de los servicios de salud pública, la ineptitud de los sistemas políticos para enfrentar una crisis de esta magnitud, las insuficiencias del neoliberalismo y para acelerar un reajuste de poderes a nivel internacional. Arranca, entonces, una lucha por el control del mundo, en la cual surgirán liderazgos regionales para contrarrestar el duelo entre China y Estados Unidos.
Esta tormenta de salud pasará, pero el efecto geopolítico que nos heredará queda incierto.
POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@LILAABED
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