La pandemia que hoy vivimos –y que ya afecta a más de 200 países en todo el mundo— pone de manifiesto las debilidades de nuestro sistema económico. Uno donde la actividad frenética de producción y el consumo no puede detenerse porque de ello depende el bienestar de miles de millones de seres humanos; especialmente cuando falta un Estado capaz de asegurar condiciones mínimas para acceder a lo fundamental: alimentación, vivienda, educación, salud.
El hecho de que el epicentro de contagios se sitúe en Estados Unidos, centro neurálgico del capitalismo a nivel mundial, reviste un carácter simbólico que debiera motivar una buena reflexión. Tal vez sea precisamente la primacía de lo individual sobre lo colectivo —en una nación sin acceso universal a la salud—, lo que ha hecho que la ola de contagios haya cobrado tales dimensiones.
Porque si algo tiene esta pandemia es que ataca a todos por igual, sin importar clase social o pertenencia étnica. El abandono de los grupos sociales desaventajados puede hacer que la pandemia se convierta en un Apocalipsis. Porque esos grupos que el mundo desprecia y excluye, y en los que casi nadie está pensando —los migrantes, los indigentes, los pobres que viven en el hacinamiento, entre otros—, son parte del mismo cuerpo social que puede contagiar al resto.
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Y si se contagian estos grupos —por la dificultad que implica el que sigan las medidas de distancia social y confinamiento— la pandemia se hará más grande y terminará por afectarnos a todos: ricos y pobres.
Porque la naturaleza y la biología vienen a recordarle a unos y a enseñarle a otros —especialmente a esas clases medias y altas que habitan en sus propios planetas— algo muy evidente, pero cierto: que, a pesar de vivir segregados, en realidades apartadas donde fácilmente podemos dejar de ver la precariedad ajena, somos un cuerpo social mucho más interconectado de lo que queremos suponer.
En México y otros países, la crisis ha evidenciado también la debilidad del Estado, independientemente de quién gobierne. ¿Qué otra cosa podría explicar que haya 329 contagios dentro del personal de salud?
La crisis que vivimos se magnifica también por el desprecio de buena parte de nuestras élites hacia lo público y el descuido en que cayó nuestro sistema sanitario. Porque hay empresarios que se acuerdan del gobierno cuando se requieren medidas de apoyo al sector productivo, pero se olvidan de este cuando se trata de pagar los impuestos que harían posible una política de apoyo a las pequeñas y medianas empresas. Los mismos que reparan en la existencia del Estado en tiempos de crisis, pero defienden con ardor la mano invisible en periodos de bonanza.
Esta crisis nos obliga a adoptar medidas igualadoras de corte social, independientemente del signo ideológico que se quiera defender. La Cepal propuso recientemente instaurar un ingreso básico y el propio papa Francisco ha expresado su simpatía por una idea similar. Ojalá medidas como estas puedan ser consideradas en los tiempos que corren. [nota_relacionada id=969142]
POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA
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@HERNANGOMEZB
eadp
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