Nada volverá a ser igual después de haber pasado por esta mezcla de pandemia por el COVID-19 y una de las peores crisis económicas que haya vivido la humanidad.
Seremos más conscientes de la importancia de la vida, de la salud, de las personas que queremos y que necesitamos cerca, de la nobleza y entrega de quienes dieron o expusieron su vida por cuidar de todos, de quienes no tuvieron el gran privilegio de quedarse en casa y se vieron obligados por las circunstancias a trabajar continuamente, del valor de la libertad, del simple hecho de poder salir de nuestras casas a la hora que queramos, de caminar por las calles, de pasear por un parque, de adquirir algo físicamente en una tienda sin tener que hacerlo de manera remota.
Habremos de acostumbrarnos a que la pandemia no se va a esfumar de un día para otro y su huella será permanente.
Aun saliendo del encierro, seguiremos siendo vulnerables, seguirán habiendo contagios, seguirán ocurriendo desafortunados decesos.
Ello implicará que las medidas de trabajo a distancia, la reducción de reuniones presenciales y el acotar eventos masivos llegaron para quedarse.
Ahí está el ejemplo de China, que tras abrir los cines, unas semanas después volvieron a cerrarlos.
Nadie estaba preparado para una crisis así, y los países y liderazgos están actuando “de oído”, basados en la información de organismos internacionales, los datos domésticos, las buenas y malas experiencias de otros, su mejor entender y, desde luego, sus cálculos políticos.
Habrá empresas de todos tamaños, micro, pequeñas, medianas y grandes que hayan cerrado para siempre, habrá quienes perdieron su empleo; y surgirán nuevos negocios relacionados con nuevos medicamentos preventivos y curativos, la telemedicina, las ventas en línea, la robótica, las plataformas de videollamadas, y en general, los bienes y servicios llevados al hogar.
El estornudo de alguien causará alarma como nunca antes, y nos repensaremos los pactos sociales, las leyes, al Estado y al mercado.
Ya están las voces en México de los gobernadores que cuestionan el pacto fiscal, los empresarios que desafían el pago de impuestos, los cárteles que regalan despensas ganándose el aprecio de la población y las sociedades que perciben que los gobernantes les mintieron o les quedaron a deber.
Emergerán nuevos y distintos liderazgos, las prioridades de los ciudadanos cambiarán sensiblemente y necesitaremos nuevas respuestas a nuestras nuevas necesidades.
Ya no seremos la generación que vio a figuras como Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador llegar a las presidencias, ni seremos la generación del Brexit, ni la de las energías limpias, ni la de la realidad aumentada, ni la de los drones, seremos la generación del COVID-19, todos los demás hechos y procesos serán sutilezas ante esta gran disrupción a la que seguirá una brutal transformación de todo lo que conocemos. [nota_relacionada id=969041]
POR VANESSA RUBIO
SENADORA DEL PRI
@VRUBIOMARQUEZ
eadp
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