México y América Latina en la era pos-Covid-19

El desglose de situaciones geopolíticas regionales ofrece un panorama que no es alentador

Si como se dice estamos en el umbral de un nuevo mundo, acelerado por la crisis económica y social desatada por la pandemia del coronavirus, sería válido plantearse preguntas sobre la situación de Latinoamérica en general y donde queda México en particular.

Ciertamente es de esperarse que el regionalismo, socavado por nacionalismos e intereses divergentes, tenga un papel de importancia. El ejemplo más claro es la Unión Europea, que en una constante crisis existencial también recibe cada vez más sacudidas de lo que el distinguido diplomático chileno Jorge Heine definió recientemente como "el populismo, el chauvinismo y el aislacionismo", sin olvidar factores que dividen a "norte" y "sur".

Esos mismos factores se pueden ver en otras regiones del mundo, sean Asia, África y ciertamente América Latina, partícipes –voluntarios o no– en lo que es ahora un juego geopolítico "en esteroides".

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El impacto se siente en los organismos internacionales, que no parecen tener mejor suerte. Muchos analistas hablan de la necesidad de reformar las Naciones Unidas y sobre todo del Consejo de Seguridad, dominado ahora por potencias (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) que lo inmovilizan con sus juegos de poder.

El desglose de situaciones geopolíticas regionales ofrece un panorama que no es alentador, excepto para pescadores "a río revuelto".

En ese marco, América Latina se presenta como una región dividida por formulismos ideológicos e intereses reales disímbolos.

De "izquierda" o de "derecha", ninguno de los gobiernos de la región dejó de sentir en alguna forma el efecto de la irritación de grandes sectores de su población, de la polarización ideológica o su reflejo en el estado de la colaboración regional.

La situación de Venezuela, fuente de problemas y refugiados, por un lado, y las divergencias sobre las elecciones bolivianas y la frustrada reelección de Evo Morales, por otro, fueron parte importante de una divisiva situación.

Para Heine, en un texto de Foreign Affairs en español, "pocas veces el estado de las entidades regionales ha sido más lamentable" y puso entre otros ejemplos la situación de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), que "ha dejado de existir, para todos los efectos"; la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se hallaba "en estado terminal" antes de que México acudiera a su rescate y la Alianza del Pacífico parece en estado de hibernación. La Organización de Estados Americanos (OEA) refleja la división regional, luego de las elecciones que llevaron a la reelección del uruguayo Luis Almagro, pese a la amarga oposición de México y Argentina.

El gobierno de México parece hacer malabares entre su cercana integración económica con Estados Unidos y la necesidad de mantener una buena relación con su poderoso vecino, con aspiraciones latinoamericanistas limitadas por su propia situación interna y el alejamiento político con una gran parte de la región. [nota_relacionada id=932801]

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX 

@CARRENOJOSE

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