En tiempos de crisis es común que la gente quiera estar con sus seres queridos en casa; tal acto da una sensación confortante ante una situación donde reina la incertidumbre sobre el porvenir. La pandemia actual del virus Covid-19 ha puesto a varias personas ante tal dilema, ir o no con sus familias a esperar a que todo esto acabe.
El problema que encuentran varias y varios es que sus hogares no están cerca de donde trabajan, de hecho, ni en la misma ciudad. Trabajadores y trabajadoras de la Ciudad de México han tenido que enfrentarse a dicha problemática, pero no es la única adversidad que encuentran. En sus mismos poblados se ha gestado un rechazo hacia las personas que trabajan en las ciudades grandes, principalmente la capital del país, por miedo a que traigan el virus. Esto ha generado que en varias localidades se amenace con linchar a personas que vengan de fuera; cosa que ha provocado que trabajadores de fábricas, así como trabajadoras domésticas no puedan regresar a sus comunidades.
Esta es solo una de las maneras en que se ha observado el uso de la violencia como protección frente al Covid-19. Otro caso que ha aparecido en las noticias son los atentados contra los hospitales donde se atienden a personas infectadas. Con esto podemos observar hasta dónde puede llegar el miedo, con un toque de ignorancia, de la población ante una crisis donde su comprensión se encuentra muy ambigua.
La violencia se vuelve entonces una medida preventiva para evitar los contagios, donde los sujetos infectados, así como posibles sospechosos, son los principales receptores de dichas medidas.Ahora bien, recurrir a la violencia como respuesta a una crisis pandémica es algo que históricamente ha estado presente en distintas sociedades. Durante la peste negra en el siglo XIV comunidades enteras de judíos fueron masacradas por cristianos con el pretexto de que ellos habían causado la pandemia. Tales acusaciones surgían dentro de un contexto dominado por el antisemitismo.
Ahora regresemos al presente, donde vemos una respuesta violenta por parte de la población hacia la pandemia actual, pero este problema no debe tratar de entenderse como una respuesta directa ante la crisis, más bien como un elemento común que se adaptó a las circunstancias. El linchamiento es algo que ha estado presente en el país desde hace ya un largo tiempo. Me viene a la mente la muerte del hermano de Porfirio Díaz, Félix Díaz Mori, quien fue linchado en 1872 por el poblado de Juchitán.
Practicante a la semana hay un intento de linchar a alguien, a veces con éxito, en el país. Dentro de este contexto es donde entra el Covid-19, y para las poblaciones donde los linchamientos superan al Estado del derecho, también son según la población la mejor medida de defenderse ante la pandemia.
[nota_relacionada id=965065]POR IGNACIO ANAYA MINJAREZ
@IGNACIOANAY
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