Posadas y el riesgo de bancarrota

La pandemia implica para la empresa la paralización de operaciones, el cierre de hoteles y un estrés sin precedentes

La directora del Fondo Monetario Internacional Kristalina Georgieva declaró que el mundo entró oficialmente en una recesión que podría ser igual o peor que la de 2009. Y más importante que eso, Georgieva señaló algo potencialmente grave, que pasó casi desapercibido:

“Anticipamos que habrá una recuperación importante en 2021, pero esto únicamente podrá ocurrir si contenemos al virus en todo el mundo y si evitamos que los problemas de liquidez se conviertan en problemas de solvencia”.

¿A qué se refiere Georgieva? A que el riesgo más importante para el sistema financiero global es que empiecen las bancarrotas y las suspensiones de pagos por parte de empresas hacia sus bancos. Si esto ocurre de forma creciente y los bancos no cuentan con liquidez, el problema de liquidez se podría volver un problema de solvencia, dañando de muerte a algún banco por aquí y a otro por allá y, en última instancia, al sistema financiero de un país en su conjunto.

Es cierto que estamos lejos de ese escenario, pero no es descartable. Por eso en el discurso de Georgieva se hizo énfasis en ese riesgo, dado que, de materializarse, sería grave.

Considérese por ejemplo la baja en la calificación de deuda que Standard & Poor’s emitió de Grupo Posadas, la compañía hotelera de José Carlos Azcárraga, en donde dijo: “La industria de alojamiento está afrontando bajas sin precedentes en los ingresos por las restricciones de viaje, las cancelaciones de reservaciones, y aplazamientos por la pandemia del coronavirus. Grupo Posadas afrontará presiones extraordinarias en sus operaciones al menos durante el segundo trimestre de 2020, y una débil recuperación de las expectativas para el resto del año”.

La situación de Posadas es gravísima. La pandemia está implicando para esta empresa la paralización de sus operaciones, el cierre de hoteles y un estrés sin precedentes, lo que podría llevarle, eventualmente, a incumplir sus compromisos de deuda.

Por lo anterior, los programas de apoyo fiscal de los gobiernos del mundo para ayudar empresas tienen dos propósitos: conservar el empleo y evitar que las empresas quiebren. Esto es algo que en México no se está instrumentando, porque el presidente Andrés Manuel López Obrador prefiere ayudar directamente a la gente de menos recursos, ignorando a las empresas. No obstante, si el gobierno no termina de entender las implicaciones de las quiebras de las empresas, podríamos pagar muy caro por esta crisis. Escenarios funestos ocurrirían en solo unos meses.

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SALAZAR CLAMA

El clamor del Consejo Coordinador Empresarial de Carlos Salazar debe ser urgentemente atendido. Ayer insistió en que el SAT de Raquel Buenrostro debe permitir el pago de impuestos en parcialidades, diferir la presentación de las declaraciones anuales y disminuir los pagos provisionales.

POR CARLOS MOTA
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