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España, a la deriva (primera parte)

El gobierno es producto de un fraude al electorado, y no me refiero a lo que se viene a la mente en México

OPINIÓN

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“España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido”. —Otto von Bismark

Lo que está sucediendo en España, podría ser catalogado como auténtica tragedia griega. Su sistema electoral y de gobierno la tienen al borde de una crisis socio-política que no se habría visto desde años previos a la dictadura.

Después de cuatro elecciones en apenas cuatro años, se conformó un gobierno difícil de comprender si uno no está inmiscuido en el acontecer de la península Ibérica. Con 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones, Pedro Sánchez fue investido Presidente. Un ejecutivo del otrora respetable PSOE y comunistas (Unidas Podemos), apoyados de independentistas catalanes (ERC y JXC), nacionalistas vascos (PNV) y como cereza del pastel, de Bildu, partido considerado heredero del brazo político de ETA.

Este gobierno es producto de un claro fraude al electorado español. Y por fraude no me refiero a lo que se nos viene a la mente en México, de robo de urnas o compra de votos, si no de mentir al electorado. En campañas (al menos las 3 últimas), en debates, en entrevistas y cuantas veces fue cuestionado, Sánchez repitió que jamás haría una coalición de gobierno con Unidas Podemos ni mucho menos con los independentistas catalanes. Sin embargo, al día siguiente de la elección, anunció un acuerdo de gobierno con Unidas Podemos, en donde se le entregaban varias carteras, pero lo más delicado, la vicepresidencia a Pablo Iglesias.

Un gobierno que para conformarse tuvo que acordar y ceder ante comunistas, independentistas catalanes y partidos radicales vascos. Poco a poco, a través de sus iniciativas, se conoce el tamaño de las nuevas cesiones a estos grupos, que juntos no suman más de 33 diputados. Ellos y no el pueblo español son jefes de Sánchez lo que dure la legislatura o España, la que perezca primero.

Son urgentes dos reformas de fondo en España. Una constitucional de gran calado, pero no la que buscan los independentistas catalanes o vascos, si no la que permita, de una buena vez por todas, fortalecer la unidad y terminar con los fascismos regionales encabezados por los partidos nacionalistas catalanes y vascos, que desde las aulas llevan adoctrinando niños hace ya unas tres décadas. Llevará muchos años, pero valdrá la pena.

La otra reforma necesaria es la electoral, una que termine con la Ley D´Hondt, que sobrerrepresenta a los pequeños partidos radicales y les permite gobernar teniendo minoría de votos.

Sólo en España son legales los partidos que abiertamente quieren romper su propio país y que su única plataforma gira en contra de sus instituciones, su constitución y su unidad.

Sólo España es gobernada por sus propios enemigos. Sólo en España, el rey toma juramento a un gobierno conformado y apoyado por los que en abierto lo quieren derrocar. [nota_relacionada id=607461]

POR ERIK PORRES BLESA

COLABORADOR

@ERIKPORRES

abr