El otro virus

Está en una contingencia, si no se hacen las reformas, tendremos un gran riesgo

México sigue estando considerada como la economía número 13 del mundo. Esto se debe a sus exportaciones, turismo, remesas y gracias al petróleo, además de las reservas internacionales (por lo que, como mencioné en la entrega anterior, el panorama es bastante complicado). Sin embargo, nuestro país es de los más desiguales a nivel mundial, asimismo está situado en el lugar 131 de 190 países al momento de hablar de recaudación. ¿Por qué es importante esto? Porque una adecuada tributación permite una mejor redistribución de la riqueza, la cual sirve para estrechar las brechas de desigualdad en el interior de las naciones, pues blinda a los habitantes —o debería de hacerlo— de servicios tan básicos e importantes como educación y salud. También permitiría un seguro de desempleo, tan necesario, más en estos momentos.

Y es que, en un país como el nuestro, donde solo 40 % de su población económicamente activa (PEA) cuenta con empleo formal, es decir, que tiene acceso a seguro social, aguinaldo, vacaciones pagadas, seguro para vivienda, pensión, entre otros, en una contingencia como esta, en la cual la industria, oficinas, restaurantes, comercios, servicios, etc., se ven afectados, la economía se contrae y evidentemente le afecta en mucho mayor medida a ese otro 60 por ciento de la PEA que trabajan dentro de la informalidad o en la precariedad laboral, lo que significa que aproximadamente 27 millones de mexicanos se encuentra en esta situación.

A esto se le suma que aún vivimos en un país que tiene un gran rezago en lo que a igualdad de género se refiere, pues mientras que en Asia, Europa o EU, 60 % de las mujeres de la PEA trabajan, en México sólo cuatro de cada diez mujeres laboran, además, la mitad de estas no superan los $300 diarios, es decir, 50 % de las trabajadoras mexicanas no alcanzan ni los tres salarios mínimos. Un ejemplo de esto son las llamadas empleadas del hogar, quienes hasta hace apenas unos meses tienen derecho universal a que se les incorpore al seguro social, pero si no se tiene la “suerte” de laborar en una institución más o menos consolidada, como un colegio, una fábrica o una empresa —esto si no cae en el outsourcing—, tendrá que convencer a los dueños de la casa de que hagan el papeleo en el IMSS para obtener este derecho, casi como si fuese un favor.

Lo anterior es en una situación estable y cotidiana de nuestro país, pero en una contingencia como la que vivimos actualmente, si no se hacen las reformas necesarias y oportunas, tendremos un gran riesgo, ya previsible, de pasar de ser un país que tuvo la oportunidad de mejorar las condiciones de las trabajadoras y no lo hizo. Sólo quedará en el recuerdo aquella frase vacía de “primero los pobres” pero a las mujeres en condiciones de precariedad no se les volteó ni a ver. López Obrador sigue viendo a las mujeres igual que en el siglo XIX.

Siempre se dice que los tiempos de crisis también son tiempos de oportunidad, sin embargo a este gobierno se le están yendo todas las oportunidades de crear una sociedad más segura, más estable y, sobre todo, más igualitaria. Esta administración debería de estar preocupada por aquella población que estará libre del contagio del COVID-19, pero en terapia intensiva por ese otro virus, mucho más permanente, profundo y difícil de combatir, como lo es el virus de la pobreza y la desigualdad.

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POR ADRIANA SARUR

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@ASARUR

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