Ante el horizonte de incertidumbre, debemos buscar luces que nos acompañen para transitar y superar la pandemia; y en el caso del sector energético, una primera responsabilidad es reestructurar nuestra visión sobre su futuro, haciendo un ejercicio de objetividad, que nos conduzca a dimensionar el verdadero estado actual del sector petrolero y sus perspectivas; no hacerlo, sería un error cuyas consecuencias serían demasiado altas.
En primer lugar, ya estamos viviendo una recesión económica mundial; con el agravante de que nuestro país padecía desde 2019 una contracción del PIB de 0.1%; para el presente año, los analistas estiman una caída de la economía mexicana de 1.5% a 4.5%, los peores registros desde la crisis global de 2008-2009.
La contracción económica mundial y la guerra de precios, han desplomado las cotizaciones internacionales del crudo; la mezcla mexicana, al cierre de la semana pasada, registró su cotización más baja desde 2001, al situarse en 13.01 dólares.
Mientras que el peso mexicano ha operado con una racha de pérdidas: el 6 de marzo, superó los 20 dólares por unidad; para rebasar el 23 de marzo los 25 dólares, y el pasado viernes se situó en poco más de 23 dólares.
Estos factores entrelazados y teniendo como vector al COVID-19, generan mayor presión a Petróleos Mexicanos, que en 2019 reporto una pérdida de 18 mil millones de dólares; y cuando sus esfuerzos extraordinarios empezaban a dar frutos al detener un caída acumulada de diez años de la producción y empezar a registrar una recuperación.
[nota_relacionada id=938484 ]El panorama en el corto plazo no es halagüeño, sobre todo cuando se llega a la conclusión de que la mejor forma de enfrentar la pandemia es la paralización de la economía. La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), ha advertido que, a potencias como Estados Unidos, el confinamiento le hará caer su economía 25%; en el caso de países como México, la actividad económica podría retroceder hasta casi 30%.
Analistas internacionales han señalado que ante la recesión, la demanda global de petróleo disminuyó 10.5 millones de barriles por día en marzo; y en abril, calculan que bajará 18.7 millones de barriles por día.
Ante el exceso de oferta provocado por Arabia Saudita y Rusia, en Texas están considerando frenar la producción; y ante un mercado donde el precio de gasolina es menor al precio de un barril de petróleo, India e Italia, han anunciado los primeros cierres de refinerías y por su parte los operadores de Asia y Estados Unidos han reducido sus tasas de refinación.
Frente a esta situación el Estado mexicano debe de replantear su política pública energética, manteniendo los mismos pilares, pero fortaleciendo el binomio empresas públicas del Estado y empresas privadas, solamente así, con la conjunción de esfuerzos, el sector energético de México tendrá viabilidad.
POR MANUEL RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
DIPUTADO FEDERAL Y PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ENERGÍA
@MANUEL_RDGN
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