De los miasmas al coronavirus

Hoy tardamos días como para identificar nuevos agresores, aunque no sean seres vivos como los virus

“Demasiado fatal es la localidad de la Ciudad de México al lado de los lagos de Chalco y Texcoco, situada en un lugar pantanoso, rodeada de acequias y ejidos de la misma naturaleza. Los miasmas de que estos sitios se desprenden, son bastantes para infectar la atmósfera”. Tal cita apareció en el diario El Fénix de la Libertad el lunes 21 de enero de 1833.

El miasma, efluvio maligno que, según se creía, desprendían cuerpos enfermos, materias corruptas o aguas estancadas. Hace 187 años estimados lectores, los miasmas emanaban de hospitales, cementerios y de pozos donde se depositaban materias fecales, así como de unas industrias y fábricas.

Los miasmas servían para explicar el origen de las enfermedades infecto-contagiosas. El término “contagio” , apareció por 1833, considerándosele el elemento responsable de la transmisión de una enfermedad de un individuo a otro por contacto directo o indirecto.

A mediados del siglo XIX se acuñó el vocablo “virus”. Era el virus algo “invisible”. Al microscopio, decía un médico, nada distingue el pus sifilítico del pus normal; sin embargo, aquél contiene el germen creador de la sífilis. Confiado en los progresos de la ciencia, este médico agregaba, algún día no lejano la palabra virus perderá su oscuridad y se traducirá por organismo vegetal o animal.

Los virus venían a ser una especie particular de contagio. Los médicos de hace 180 años decían que las enfermedades inoculables, producidas por virus, entraban por la piel y las mucosas. Las fiebres tíficas, la peste y la tosferina entraban por las vías respiratorias; la fiebre tifoidea, el cólera y la disentería, por el tubo digestivo, con el agua que se bebía.

La ciencia es maravillosa y su luz debe guiarnos. Hoy el concepto de virus ha cambiado, tenemos su taxonomía, y los avances han sido tales que, a unos días de haber afectado con enfermedad respiratoria aguda y neumonía grave a varios pacientes en Wuhan, sabemos que su genoma está formado por una sola cadena de ácido ribonucleico.

A partir de allí, se desarrollan vacunas, medicamentos y pruebas para diagnosticarlo y tratamiento oportuno.

Hoy tardamos días como para identificar nuevos agresores, aunque no sean seres vivos como los virus. En aquella época existió el Consejo de Salubridad del departamento de México, cuyo reglamento se publicó en 1841.

Y desde 1917 cambió de nombre a Consejo de Salubridad General. El día 20 de este mes, tuvo su primera sesión extraordinaria reconociendo la epidemia de enfermedad por el virus SARS-Cov-2 como una enfermedad grave de atención prioritaria. Se instaló en sesión permanente. [nota_relacionada id=940763  ]

Hago votos porque lo tardío de su instalación —sin el Presidente que ha manifestado su desprecio por las Instituciones— permita una discusión de gobierno abierto y la toma de medidas específicas que apoyen.

Por ejemplo: ¿por qué no la declaran como “enfermedad que provoca gastos catastróficos” a fin de que mexicanos sin seguridad social puedan ser financiados con recursos del fideicomiso del Fondo de Salud para el Bienestar existente en la Ley General de Salud?

POR ÉCTOR RAMÍREZ BARBA
MÉDICO Y POLÍTICO. DIPUTADO FEDERAL LXIV LEGISLATURA GRUPO ANTICORRUPCIÓN (GAC) @ECTORJAIME

lctl