Estamos contra tiempo. Si algo ha dejado claro la rápida expansión del Covid-19 es que no respeta fronteras, sistemas políticos, rangos de edad, pero, sobre todo, al tiempo. En tan solo tres meses, desde que se registro el primer caso de coronavirus en la provincia china de Wuhan a mediados de diciembre del año pasado, más de 500 mil personas se han contagiado en 199 países y territorios alrededor del mundo. Varios líderes al principio de la pandemia, entre ellos Donald Trump, Jair Bolsonaro y Boris Johnson, disminuyeron la gravedad del virus, negando la necesidad de implementar las medidas recomendadas de mitigación y supresión por la Organización Mundial de Salud. El problema que ahora enfrentan estas y otras potencias mundiales es atacar a un enemigo invisible común que vence toda agenda política y económica y que por falta de liderazgo y toma de decisiones en momentos claves, ahora se encuentran envueltos en una crisis de salud pública que solo empeora por minuto.
Por lo contrario, los países que han tenido éxito en controlar al coronavirus, como Corea del Sur, China, Singapur, y Japón, actuaron de manera inmediata, impulsando medidas agresivas de aislamiento, pruebas masivas, rastreos y monitoreos de los contagiados, cerrando fronteras, cancelando viajes internacionales y equipando a sus centros médicos. Los que titubearon con soberbia e ignorancia ante este virus están entendiendo, a costo de vidas humanas, que hay asuntos que no se deben politizar y que solo la ciencia puede ser la guía ante una crisis como la que estamos viviendo. Por no reaccionar a tiempo, los gobiernos están en una carrera maratónica por conseguir el suficiente equipo médico y medicamentos para atender y proteger a sus ciudadanos. Los sistemas de salud pública a nivel internacional están completamente rebasados y no logran dar abasto a la cantidad de personas infectadas que se multiplica exponencialmente día tras día.
[nota_relacionada id=940431 ]Es por ello, que México no puede darse el lujo de reaccionar tarde ante esta pandemia. Tiene la gran ventaja que el virus llego a territorio nacional meses después del primer brote. Cuenta con el ejemplo claro y cercano de Estados Unidos, que se posiciona hoy como el país con más casos registrados, por encima de China, de lo que ocurre cuando un país no actúa a tiempo, y eso que nuestro vecino del norte es un país desarrollado con mayores recursos a su alcance. No es momento para muestras de populismo ni para amuletos de la suerte. Estamos hablando de vidas humanas, de familias mexicanas que van a sufrir por la ausencia de un estrategia clara y eficiente para enfrentar esta pandemia. Como ha demostrado la experiencia, países que cuentan con mandatarios débiles hacen que sus pueblos sufran las consecuencias.
No caigamos en el mismo error. Justo lo que nos falta, no tenemos: tiempo.
POR LILA ABED
*POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@lilaabed
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