A raíz del primer caso reportado de COVID-19 a finales del año pasado, pero incrementándose en el segundo mes de este año hasta convertirse en una pandemia que ha cambiado de epicentro rápidamente, primero Asia, después Europa y, dicen los expertos, que ahora será en América; hemos descubierto que ya nada será igual en el mundo. Hemos cambiado la forma en que nos relacionamos, las maneras de convivencia son a través de una pantalla y añoramos las cosas -simples- de la vida. Siempre con la esperanza de que cuando pase este trago amargo todo volverá a estar bien.
Y es que, tal y como sucedió en la caída de las Torres Gemelas en 2001 o con la recesión de 2008-09, la vida de las naciones y de las personas cambió radicalmente. Decía el escritor hondureño reconocido por sus microrrelatos, Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Como ocurrió a principios de este siglo y, también en la situación actual, es así. El dinosaurio de la pandemia seguirá estando cuando volvamos a las calles y podamos saludarnos de mano, beso y abrazo, pero este animal habrá cambiado para convertirse en un tiranosaurio rex de la economía mundial. Puesto que, de manera inmediata a este acontecimiento de salud vendrá una recesión del tamaño de la Gran Depresión.
Cierre de cientos de empresas, pérdida de miles de empleos, naciones continuarán con temor para abrir sus fronteras, depreciación de productos, precipitadas fluctuaciones en los tipos de cambio, la guerra entre Rusia y Arabia Saudita por el precio del petróleo, fuga de capitales y una larga lista de etcéteras es lo que le avecina a esta epidemia global y los primeros daños ya se dejan notar. La estrepitosa caída de la bolsa del lunes 16 de marzo, el llamado Black Monday, descendiendo 32 %, a tan sólo unas semanas de declarada la pandemia, por lo que ya se estima una reducción del PIB mundial entre 0.3 y 0.7 por ciento, la desaceleración de las economías más fuertes y que, inevitablemente, le dará el coletazo a las economías de países en vías de desarrollo, así como a las economías emergentes.
Las cifras al día de hoy son más que preocupantes, la pérdida de valor frente al dólar de monedas como el peso mexicano (14.9 %), el real brasileño (13.4 %) o la lira turca (6.6 %), dejan un panorama poco alentador, asimismo, en China se prevé una pérdida en su producción equivalente a más de 2.7 billones de dólares. Pero, ¿qué se está haciendo para combatir esta pandemia económica? En EU se aprobó el plan de rescate económico más grande de su historia para contrarrestar tal situación y consta de dos billones de dólares en ayudas a empresas y transacciones directas a la ciudadanía. Para México, ya instalado en Fase 2, se pronostica un decrecimiento de -1.5% a -4.5%, la peor caída desde 2009 y los 400 mil mdp anunciados serán insuficientes para afrontar el tamaño de la crisis venidera. El gobierno ya debería pensar en un plan integral como medidas anticíclicas y una reforma fiscal de gran calado, para intentar aminorar los estragos de esta pandemia que se transforma velozmente en otra depresión económica.
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POR ADRIANA SARUR
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